Daños colaterales
Tan inesperadamente como se abrió, la puerta vuelve a cerrarse. Nadie sabría encontrarla ahora en la uniformidad del muro. Los guardianes, obligados a dejar pasar a quienes el destino eligió para que estuvieran justo ahí, recuperan ahora su hieratismo tras las gafas de sol. Una niña llora por la madre dejada al otro lado. Alguien yace en un charco de sangre con la pierna espanzurrada por el muro.
Lejos de allí, el presidente se debate entre la celebración de su puntería, el asco y la lástima, contemplando la mancha sanguinolenta que ha dejado el mosquito sobre el botón verde que en su escritorio reza: “apertura extraordinaria”
Lejos de allí, el presidente se debate entre la celebración de su puntería, el asco y la lástima, contemplando la mancha sanguinolenta que ha dejado el mosquito sobre el botón verde que en su escritorio reza: “apertura extraordinaria”
Rigor Mortensen
16 de August de 2019 / 03:07
16 de August de 2019 / 03:07
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