Aquí va, Josep
Hola, Josep
Además del guiño “hemingwayano” que mencionas, también hay influencia del final de Alfonsina Storni, ambas ideas en convergencia para crear la historia. Veamos qué opinión merece esta oveja trasquilada con las tijeras de jardinero, porque las usuales no eran suficientes y después de algunos cambios convenientes en las manecillas del reloj:
La vieja y la mar
Todas las tardes recorre la bahía que conoce mejor que sus manos arrugadas. Desde tiempo atrás, desea descubrir el secreto que rejuvenece la playa a cada vaivén del oleaje. Su tiempo se desvanece, como los recuerdos y sus huellas sobre la arena con el paso del agua que le acaricia los tobillos. La inmensidad frente a sus ojos y el sol que empieza a morir en el horizonte, le inquietan y le hacen vislumbrar su propio ocaso.
Se adentra hasta percibir el agua en las rodillas, su falda flotando al nivel de la cintura, el golpe de las olas al romper sobre sus pechos, el cosquilleo salado en la nariz, su cabello flotando sobre la cabeza, el rumor de la mar desde su entraña y la ingravidez en medio de su seno. Angustia y quietud, emociones y sentimientos en pugna y en concordia, deseos y remordimientos se alternan hasta inundarla. Al final, solo sobrevive la paz que infunde la ausencia de lo conocido, la eternidad.
Espero tus comentarios
Saludos
Además del guiño “hemingwayano” que mencionas, también hay influencia del final de Alfonsina Storni, ambas ideas en convergencia para crear la historia. Veamos qué opinión merece esta oveja trasquilada con las tijeras de jardinero, porque las usuales no eran suficientes y después de algunos cambios convenientes en las manecillas del reloj:
La vieja y la mar
Todas las tardes recorre la bahía que conoce mejor que sus manos arrugadas. Desde tiempo atrás, desea descubrir el secreto que rejuvenece la playa a cada vaivén del oleaje. Su tiempo se desvanece, como los recuerdos y sus huellas sobre la arena con el paso del agua que le acaricia los tobillos. La inmensidad frente a sus ojos y el sol que empieza a morir en el horizonte, le inquietan y le hacen vislumbrar su propio ocaso.
Se adentra hasta percibir el agua en las rodillas, su falda flotando al nivel de la cintura, el golpe de las olas al romper sobre sus pechos, el cosquilleo salado en la nariz, su cabello flotando sobre la cabeza, el rumor de la mar desde su entraña y la ingravidez en medio de su seno. Angustia y quietud, emociones y sentimientos en pugna y en concordia, deseos y remordimientos se alternan hasta inundarla. Al final, solo sobrevive la paz que infunde la ausencia de lo conocido, la eternidad.
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19 de March de 2020 / 11:38
19 de March de 2020 / 11:38
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