Está perfecto. Aquí con los cambios.

Ladrones de órganos
Sacó del bolsillo de su pantalón un documento y lo puso a la vista, lejos, de la sangre que vomitaba a borbollones. La barra en su abdomen lo había dejado fijo en aquel terreno agreste. Estaba listo para corregir su vida de pecado con un primer acto de bondad. No contaba con esos ojos verdes que lo acechaban para impedirlo. La ayuda llegaría tarde para evitar que esos pequeños diablos le robaran su salvación. Cuando lo encontraron, los animales salvajes solo habían dejado su ropa y el carnet de donador.