Ratón de biblioteca v3
Gracias Tomás, acepto tu recomendación.
Ratón de biblioteca
Don Alberto estaba seguro de que aquel libro lo tenía. No lo encuentro, joven, déjeme buscarlo bien, tuvo que decirle al comprador. Don Alberto revisó una vez más su cuadernillo de ventas, no figuraba por ningún lado. Su librería, al igual que él, envejecía. ¡Ese pinche libro debe aparecer, cómo que no! Al día siguiente lo volvió a buscar, esta vez de manera sistemática, pasillo por pasillo. Justo a la mitad olvidó su avance, ¿el lado izquierdo ya lo revisé, o empecé por el derecho?, ¡chingado! En la semana no hubo mucha clientela, así que siguió buscando. Caminaba encorvado por los pasillos, lento pero con ritmo, como en un danzón. En un rincón escuchó un ruido, se quedó quieto para oír mejor. Parecía el sonido de un roedor. Se preocupó. ¿Y si el libro que busco fue devorado?, ¿cuántos libros más faltarán? Empezó a contar, esta vez desde el ala derecha. Al final del día anotó su cuenta: 10,150 libros. Al día siguiente fueron 10 menos; al siguiente 20. O cuento mal o esos ratones son muy voraces, sonrió para sí. Cansado, se sentó en su despacho a seguir leyendo aquella novela apasionante. Solo leer le hacía olvidarse del trabajo y los disgustos. Quizá por eso no reconoció el título del libro que, entre sus manos, quedaba fuera del alcance de los libreros, de las cuentas y de los ratones.
Ratón de biblioteca
Don Alberto estaba seguro de que aquel libro lo tenía. No lo encuentro, joven, déjeme buscarlo bien, tuvo que decirle al comprador. Don Alberto revisó una vez más su cuadernillo de ventas, no figuraba por ningún lado. Su librería, al igual que él, envejecía. ¡Ese pinche libro debe aparecer, cómo que no! Al día siguiente lo volvió a buscar, esta vez de manera sistemática, pasillo por pasillo. Justo a la mitad olvidó su avance, ¿el lado izquierdo ya lo revisé, o empecé por el derecho?, ¡chingado! En la semana no hubo mucha clientela, así que siguió buscando. Caminaba encorvado por los pasillos, lento pero con ritmo, como en un danzón. En un rincón escuchó un ruido, se quedó quieto para oír mejor. Parecía el sonido de un roedor. Se preocupó. ¿Y si el libro que busco fue devorado?, ¿cuántos libros más faltarán? Empezó a contar, esta vez desde el ala derecha. Al final del día anotó su cuenta: 10,150 libros. Al día siguiente fueron 10 menos; al siguiente 20. O cuento mal o esos ratones son muy voraces, sonrió para sí. Cansado, se sentó en su despacho a seguir leyendo aquella novela apasionante. Solo leer le hacía olvidarse del trabajo y los disgustos. Quizá por eso no reconoció el título del libro que, entre sus manos, quedaba fuera del alcance de los libreros, de las cuentas y de los ratones.
Aleksei
27 de May de 2023 / 11:07
27 de May de 2023 / 11:07
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