Un error arqueológico
Tras el descubrimiento de tablillas sumerias anteriores a la Epopeya de Gilgamesh, Leonard Woolley no entendía por qué el doctor Davis no había publicado el hallazgo en los medios. Agendó una cita con él para conocer la causa. El hombre, de bigote negro y abundante, se sirvió un vaso con whisky e invitó a Leonard a sentarse.
—Hasta ahora no hemos encontrado al maestro.
—¿Al maestro?
—Al hombre que enseñó escribir cuneiforme a todas estas mujeres. No podemos presentar al mundo información incompleta.
—No es incompleta, tenemos la prueba de que hay textos anteriores a la Epopeya de Gilgamesh ¡y lo mejor, están firmados!
—Firmados por chiquillas, el equivalente de que en cinco mil años se encontrasen un chismógrafo.
Uno de sus colegas los interrumpió.
—Doctor, encontramos al maestro.
—Lo ve, Leonard. Ahora sí que publicaremos los resultados.
El doctor Davis examinó los resultados con detenimiento. Pero su rostro cambió de triunfo a total desconcierto cuando vio que "el maestro" firmaba como Enheduanna.
—¿Ese es un nombre de varón? —preguntó con sorna.
El doctor continuaba pasmado. Estuvo así de tres a cinco minutos. Leonard observó en silencio cómo se retorcía en su silla.
Finalmente, el doctor tomó una decisión. Empezó a destrozar las tablillas una por una. Leonard intentó detenerlo, pero el doctor no escuchaba. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había perdido toda la fe en su descubrimiento.
—¿Pero qué hace? —preguntó Leonard.
—¿No lo ves? La excavación fue un fracaso. No voy a jugarme mi prestigio científico. ¿Qué el primer escritor fue una mujer? No seré yo quien publique semejante tontería.
Leonard salió del laboratorio esa noche con el corazón abatido. En su mente se dibujó la imagen de mujer sentada en el suelo, tallando con ahínco la tablilla que sostenía en sus manos, mientras sus compañeras observaban los trazos.
Agradezco mucho las correcciones. Saludos cordiales.
—Hasta ahora no hemos encontrado al maestro.
—¿Al maestro?
—Al hombre que enseñó escribir cuneiforme a todas estas mujeres. No podemos presentar al mundo información incompleta.
—No es incompleta, tenemos la prueba de que hay textos anteriores a la Epopeya de Gilgamesh ¡y lo mejor, están firmados!
—Firmados por chiquillas, el equivalente de que en cinco mil años se encontrasen un chismógrafo.
Uno de sus colegas los interrumpió.
—Doctor, encontramos al maestro.
—Lo ve, Leonard. Ahora sí que publicaremos los resultados.
El doctor Davis examinó los resultados con detenimiento. Pero su rostro cambió de triunfo a total desconcierto cuando vio que "el maestro" firmaba como Enheduanna.
—¿Ese es un nombre de varón? —preguntó con sorna.
El doctor continuaba pasmado. Estuvo así de tres a cinco minutos. Leonard observó en silencio cómo se retorcía en su silla.
Finalmente, el doctor tomó una decisión. Empezó a destrozar las tablillas una por una. Leonard intentó detenerlo, pero el doctor no escuchaba. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había perdido toda la fe en su descubrimiento.
—¿Pero qué hace? —preguntó Leonard.
—¿No lo ves? La excavación fue un fracaso. No voy a jugarme mi prestigio científico. ¿Qué el primer escritor fue una mujer? No seré yo quien publique semejante tontería.
Leonard salió del laboratorio esa noche con el corazón abatido. En su mente se dibujó la imagen de mujer sentada en el suelo, tallando con ahínco la tablilla que sostenía en sus manos, mientras sus compañeras observaban los trazos.
Agradezco mucho las correcciones. Saludos cordiales.
J. R. Spinoza
19 de March de 2023 / 02:11
19 de March de 2023 / 02:11
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