TALLER II
Hola, Malvadisco. Muy buena, excelente versión.
Para eludir ciertas rimas inoportunas, sugiero algún que otro retoque puntual. A ver qué te parece:
La falsa sirena (de Malvadisco)
Juan el bobito recorría la costa en busca de algas para comer, cuando se topó con lo que él ALCANZÓ A CONSIDERAR una mujer marina DESNUDA, de espaldas EN la arena. Con delicadeza, Y TRAS RETIRAR los restos del naufragio, descubrió unos pendientes de oro en sus orejas y una cabellera larga y dorada. Las hebras rubias se desprendían con cada uno de sus empellones que presionaban el cuerpo para que cantara con su lengua de cangrejo. Después del acto, Juan se sintió arrepentido: ahora tendría que casarse con ella. Debía ser un hombre y reivindicar su comportamiento. Si la dejaba deshonrada y sola en la playa, cualquiera se aprovecharía de ella. Tomó los aretes y los llevó de dote EN LO DELCURA que, de acuerdo a lo estipulado por las costumbres del mar, los utilizó para pagar la sepultura de los restos. A pesar del manicomio en el que acabó por culpa de su amor, Juan podía contemplar, a través de la reja, las flores amarillas que nacieron a los pies de la tumba de aquel pobre marinero ahogado.
Para eludir ciertas rimas inoportunas, sugiero algún que otro retoque puntual. A ver qué te parece:
La falsa sirena (de Malvadisco)
Juan el bobito recorría la costa en busca de algas para comer, cuando se topó con lo que él ALCANZÓ A CONSIDERAR una mujer marina DESNUDA, de espaldas EN la arena. Con delicadeza, Y TRAS RETIRAR los restos del naufragio, descubrió unos pendientes de oro en sus orejas y una cabellera larga y dorada. Las hebras rubias se desprendían con cada uno de sus empellones que presionaban el cuerpo para que cantara con su lengua de cangrejo. Después del acto, Juan se sintió arrepentido: ahora tendría que casarse con ella. Debía ser un hombre y reivindicar su comportamiento. Si la dejaba deshonrada y sola en la playa, cualquiera se aprovecharía de ella. Tomó los aretes y los llevó de dote EN LO DELCURA que, de acuerdo a lo estipulado por las costumbres del mar, los utilizó para pagar la sepultura de los restos. A pesar del manicomio en el que acabó por culpa de su amor, Juan podía contemplar, a través de la reja, las flores amarillas que nacieron a los pies de la tumba de aquel pobre marinero ahogado.
Aarón
29 de December de 2019 / 01:41
29 de December de 2019 / 01:41
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