La sirena
Después de hacerle el amor, Juan “el bobito” se sintió arrepentido: ahora tendría que casarse con ella. Debía ser un hombre y reivindicar su comportamiento. Si la dejaba deshonrada y sola en la playa, cualquiera se aprovecharía de ella. Tomó los aretes dorados de las orejas y los llevó de dote para el enganche de la boda. En lugar de una iglesia, terminó en un manicomio. Mientras el oro, como era una costumbre en la costa, pagó las exequias del marinero ahogado.
Malvadisco
16 de December de 2019 / 23:56
16 de December de 2019 / 23:56
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