Al quedarte con una separación rutinaria: la rutina acabó con la relación, te quedas, por un lado, fuera del tema de migraciones y, por el otro, con un una historia que no cuenta nada que se pueda decir que es extraordinario: es de todos los días. Quiá lo excepcional estaría en que lo anciano no suelen separarse, por más rutinaria que sea la existencia que llevan. El elemento convivencia los ha llevado muy lejos. Si no existiera ese elemento, lo más seguro es que hubieran roto cuando aún tenían posibilidad de iniciar otra vida con otra persona.

Nuevamente, vuelves poner dos razones para la separación: rutina y los achaques de la vejez. Creo que narrativamente necesitas reescribir la historia para que agregues una razón, y otra y otra y... de tal suerte que el lector sienta la carga que llevan tus personajes. Sin embargo, el microrrelato no te da el espacio para construir una narrativa así, de meterte en las mentes de ellos, en sus sentiientos y mostrárnoslos.

La expresión de que ya han traspasado la frontera de la senectud es un circunloquio para decir que la son seniles. Esta perífrasis, por sí, no mete tu relato en el tema de la migración, de migrar de una forma de vida a otra forma de vida. ¿Con qué bagaje están partiendo, hacia qué destino, etc.? Y no me refiero al color de una maleta o sus contenidos, ni una ciudad nueva en esta pregunta.

Gracias por participar.