Lo que los marineros griegos que se salvaron de ella, y los que murieron en las fauces de Escila nunca supieron, es que bajo las aguas Caribdis seguía siendo la hermosa ninfa que fuera antes de ser castigada. Lo que los marineros que fueron absorbidos por su remolino descubrieron fue que, en el fondo del asunto y del mar, estar atrapado de por vida con una ninfa necesitada de cariño no era tan mal último destino.