Memorias
En su cabaña frente al mar, estaba sentado el viejo en una silla mecedora inmóvil. Revolcaba su mirada entre las pinceladas del crepúsculo. Estaba agotado de vivir.Había vivido tanto que, temía morir al tratar de evocarlos todos por falta de tiempo, debido a su retentiva extraordinaria que le permitía recrear hasta el más mínimo detalle; sin embargo, esta vez decidió hacerlo. Compró paquetes de pilas para su radio, comió hasta el hartazgo, es decir, se preparó para el evento. En la sala de su mente, absorto en la pantalla de su fuero interno, no advirtió la visita de la muerte. Ésta, al sentirse ignorada e influenciada por las ondas nostálgicas que emitía la radio, olvidó por un momento su objetivo. Al volver en sí, se acordó que andaba deprisa y decidió marcharse no sin antes dejar una condición:
-Viejo, te daré una prórroga, pero recuerda que, a mi regreso, no tendrás tiempo ni para una posdata.
El viejo, sin inmutarse, siguió cruzando las avenidas congestionadas por el tráfico del pasado. Los saxofones del ocaso, las liras de glorias vencidas y el vibrar titubeante de un violín en agonía, sonaban una y otra vez, obligando al viejo a retorcerse en rictus de alegría y de tristeza.
P.D:
-Viejo, te daré una prórroga, pero recuerda que, a mi regreso, no tendrás tiempo ni para una posdata.
El viejo, sin inmutarse, siguió cruzando las avenidas congestionadas por el tráfico del pasado. Los saxofones del ocaso, las liras de glorias vencidas y el vibrar titubeante de un violín en agonía, sonaban una y otra vez, obligando al viejo a retorcerse en rictus de alegría y de tristeza.
P.D:
Héctor
02 de April de 2022 / 09:39
02 de April de 2022 / 09:39
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