Ya lo miré y te digo...
Hola Daniela
Después de darle muchas vueltas a lo que dices en el taller, creí regresar al punto de partida y perder el juicio, como ocurre con el personaje. Pero me parece que logré darle ese toque cervantino que sugieres y, por otra parte, modificar aquel “erase aquel que vivía de la patada…” cambiando el sentido, ajustarlo a la rima y mantenerme debajo del fatídico límite de 1.400 caracteres más espacios. Conservo los puntos y aparte para dar un poco de aire al leer.
El rijoso y algo más, don Chicote de la Cancha
“Érase un hombre a una afición pegado, érase una afición superlativa, érase aquel que se quedaba sin saliva… “
Aqueste gentilhombre no podría tener profesión más noble que ser cronista deportivo de una televisora. Comía, vestíase y viajaba gracias al fútbol. Cual balón en el aire, su vida giraba alrededor de y merced a las patadas, en grado tal que el pobre hidalgo extravió el juicio. Convencido estaba de poder componer el mundo y conseguir que el balompié recuperase su esencia, que fuese jugado con honor y valentía, como genuinos caballeros en buena lid, con el corazón por delante, y no la cartera o la fama.
Es pues de saber que a este sobredicho hidalgo lo conocí en un lugar de la cancha de cuyo nombre no quiero acordarme, días antes de una atrevida incursión en el Nou Camp, de la que salió huyendo, y yo detrás de él. Perseguidos por los jugadores de los dos equipos, los técnicos, el árbitro, abanderados y noventa mil fanáticos enfurecidos, salvamos el pellejo de milagro; no así la ropa, que fue quedando detrás en el camino para correr ligero y llegar indemnes a Zaragoza. Desde ahí, ocultos en una furgoneta, viajamos hasta Bilbao para embarcar, arropados por el manto del anochecer.
Una vez a salvo en Myanmar, donde dejaron de seguirnos, olvidó aquellas ideas por obra del Prozac y abrazó una nueva causa más digna: la defensa de los perseguidos musulmanes rohingyá.
Ahora miradlo vuesa merced y decidme qué os parece.
Saludos
Después de darle muchas vueltas a lo que dices en el taller, creí regresar al punto de partida y perder el juicio, como ocurre con el personaje. Pero me parece que logré darle ese toque cervantino que sugieres y, por otra parte, modificar aquel “erase aquel que vivía de la patada…” cambiando el sentido, ajustarlo a la rima y mantenerme debajo del fatídico límite de 1.400 caracteres más espacios. Conservo los puntos y aparte para dar un poco de aire al leer.
El rijoso y algo más, don Chicote de la Cancha
“Érase un hombre a una afición pegado, érase una afición superlativa, érase aquel que se quedaba sin saliva… “
Aqueste gentilhombre no podría tener profesión más noble que ser cronista deportivo de una televisora. Comía, vestíase y viajaba gracias al fútbol. Cual balón en el aire, su vida giraba alrededor de y merced a las patadas, en grado tal que el pobre hidalgo extravió el juicio. Convencido estaba de poder componer el mundo y conseguir que el balompié recuperase su esencia, que fuese jugado con honor y valentía, como genuinos caballeros en buena lid, con el corazón por delante, y no la cartera o la fama.
Es pues de saber que a este sobredicho hidalgo lo conocí en un lugar de la cancha de cuyo nombre no quiero acordarme, días antes de una atrevida incursión en el Nou Camp, de la que salió huyendo, y yo detrás de él. Perseguidos por los jugadores de los dos equipos, los técnicos, el árbitro, abanderados y noventa mil fanáticos enfurecidos, salvamos el pellejo de milagro; no así la ropa, que fue quedando detrás en el camino para correr ligero y llegar indemnes a Zaragoza. Desde ahí, ocultos en una furgoneta, viajamos hasta Bilbao para embarcar, arropados por el manto del anochecer.
Una vez a salvo en Myanmar, donde dejaron de seguirnos, olvidó aquellas ideas por obra del Prozac y abrazó una nueva causa más digna: la defensa de los perseguidos musulmanes rohingyá.
Ahora miradlo vuesa merced y decidme qué os parece.
Saludos
Pancho Sanza
21 de November de 2021 / 01:58
21 de November de 2021 / 01:58
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