Me acuesto. Veo la esfera, pero nunca lo mismo que el vio. Hay en el centro una rueda, un circulo de metal oxidado, es el tiempo que marcha desde atrás hacia adelante y se devora a si mismo. Veo la rosa magnifica que se marchita y renace. Veo una gota de sangre prendida a una espina, un esperma que fecunda un ovulo, a Adán, a Eva y la serpiente, una puerta abierta al conocimiento. Veo un punto donde se condensa todo incluyendo a los dioses y después lo veo explotar y veo seres simiescos y sus descendientes tratando de explicar de donde vienen y a donde van. Veo un hongo alzarse y dejar marcados en la piedra la silueta de hombres vaporizados. Veo un eclipse, pirámides hermosas, sarcófagos, veo el pasado y atisbo el futuro y todo, todo esto lo veo cambiar. No logro darle un nombre, no llego a la comprensión total. —Es un aleph —dice él.
—Oh —contesto yo aún sin entender.