Al cruzarse por la calle con aquel hombre sin oreja, que cargaba un lienzo y un maletín con sus pinceles y pinturas, el niño se soltó de la mano de la madre. Sin dejar de verlo, apuntaba hacia él con temor. Al notarlo, la señora le dijo:

–De chico, su mamá le jalaba las orejas como yo cuando te portas mal.

Pasmado y en silencio, el infante retrocedió dos pasos, abrió la boca hasta el límite y puso los ojos como platos, sin dejar de ver al hombre que se alejaba. Desde aquel día, los berrinches y pataletas quedaron excluidos de su repertorio, al igual que cualquier manifestación artística relacionada con la pintura.
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13 de April de 2020 / 13:44
Un van Gogh menos 13 de April de 2020 / 13:44
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Taller día 13 19 de April de 2020 / 21:26
Laura Elisa Vizcaíno
Hola, Laura. 20 de April de 2020 / 17:20
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Ok 22 de April de 2020 / 14:01
Laura Elisa Vizcaíno
Me parece... 22 de April de 2020 / 15:02
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