En la bruma

Empezó por embrollar el nombre de los hijos, a Héctor lo llamaba Jorge y a Jorge lo confundía con Héctor; de Raúl ni se acordaba. Al principio los chicos se reían y le recordaban cuál era el nombre correcto. Después, cuando se marcharon de casa para hacer su vida, descubrió que los objetos se le revolvían en la cabeza. Al vaso le decía jarro, a la puerta, reja. Se dio cuenta de que se le olvidaban las palabras o, en ocasiones, se le perdían en la punta de la lengua. Su marido pegó papeles que señalaban los objetos y su uso: Refrigerador, comida adentro; Destapa caños, peligro no ingerir; Televisión, encender con control remoto; Control remoto. Ahora el esposo está muerto y se encuentra angustiada ante la visita de los tres desconocidos que dicen ser sus hijos.