Problemas de longevidad
Todas las tardes empujamos la silla de ruedas al sol. Abuela ya ve poco o nada, habla menos y parece perdida en sus pensamientos. Su pelo plateado brilla con la luz. Mi prima se sienta a un lado de ella para leerle poemas de Miguel Darío o alguno de los libros que eran sus favoritos y que por las cataratas ya no puede leer ella misma. A veces en medio de la lectura alcanza a levantar la voz un poco, —Ya me llama el calor de las tablas —dice, dirigiéndose a mi abuelo Manuel que a estas alturas ya tiene quince años de muerto. A mi prima se le salen las lágrimas, pero son de impaciencia, creo que, como nosotros, también ella está lista para que la abuela se vaya.
Black Dot
02 de March de 2020 / 18:10
02 de March de 2020 / 18:10
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