Miro a través de aquella ventana, pero ya no grito desesperada. Nadie me escucha ni me ve. A mi espalda se abre una puerta. Conozco mi rutina. Me quito la bata, entro a la cama y soy permisiva. Al cerrar los ojos todo cambia. Estoy en la playa, montada en una banana sobre la que doy de tumbos divertida. Las olas me salpican y humedecen. Me escapo una y otra vez a ese momento feliz de mi vida, donde la brutalidad de los cobardes no puede arrancarme.
Jane Doe
02 de May de 2019 / 00:42
Fuga 02 de May de 2019 / 00:42
Jane Doe
Taller (Seleccionada) 02 de May de 2019 / 07:58
Elisa A.
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.