Infamia
—¿Qué pasó, mi lic? –le estrecha la mano el funcionario.
—Pues aquí –responde ceñudo y preocupado–. Se me volvió a pasar la mano.
—Sí –limpia la suya de sangre–. Ya me doy cuenta. Usted tranquilo, jefe. Los montes son muy amplios…
—Eh… sí. ¿Quedamos igual?
—No, mi lic –sonríe creciéndose– ¿Qué no se da cuenta de cómo está la cosa? Todo sube a diario, los hijos se desarrollan demasiado rápido y avanzan en la escuela…
—¿Y cuánto más va a ser?
—Diez milagritos extra, ¿no?
—¡Diez!
—La muchacha no es una desconocida. ¿Quiere que la identifiquen luego, saquen conclusiones y sepan de usted?
—No, no… cuenta con tus diez milagritos extra.
—Gracias, jefe. ¡A ver, muchachos! ¡A limpiar!
—Pues aquí –responde ceñudo y preocupado–. Se me volvió a pasar la mano.
—Sí –limpia la suya de sangre–. Ya me doy cuenta. Usted tranquilo, jefe. Los montes son muy amplios…
—Eh… sí. ¿Quedamos igual?
—No, mi lic –sonríe creciéndose– ¿Qué no se da cuenta de cómo está la cosa? Todo sube a diario, los hijos se desarrollan demasiado rápido y avanzan en la escuela…
—¿Y cuánto más va a ser?
—Diez milagritos extra, ¿no?
—¡Diez!
—La muchacha no es una desconocida. ¿Quiere que la identifiquen luego, saquen conclusiones y sepan de usted?
—No, no… cuenta con tus diez milagritos extra.
—Gracias, jefe. ¡A ver, muchachos! ¡A limpiar!
Hoja en blanco
02 de April de 2019 / 17:55
02 de April de 2019 / 17:55
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