Ferocidad
Hacía tiempo que la casa de Johan el Marinero estaba callada. Una línea de agua se fugaba por debajo de la puerta, escurría entre los pies de los transeúntes y las llantas de los autos hasta la alcantarilla. Fue cuando se retiró que la trajo; la metió a la casa por la noche. No quería que nos diéramos cuenta de su apariencia. Al principio era hermoso oír como se pasaban el día cantando, pero luego cuando dejamos de ver a al marino supusimos que lógicamente algo andaba muy mal. Ahora mismo hombres armados con arpones y los oídos tapados con cera tratan de inyectar un tranquilizante a la sirena que se debate en su acuario mientras canta como una diva.
Black Dot
15 de August de 2018 / 11:31
15 de August de 2018 / 11:31
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