La visista
No se sienta a la mesa porque le da pena. Mamá puede llegarlo a presentir, “huele a gas dice”, y se mete a la cocina a ver si la flama del piloto sigue encendida. El abuelo ni lo nota con la nariz siempre metida entre las páginas del periódico y mi hermano, como dice mi padre “a ese bueno para nada todo le pasa desapercibido”. Yo soy el único que lo ve, parado detrás de nosotros durante la merienda, después recargado en la puerta del baño mientras me ducho. Cuando se cansa de estar como si flotara se regresa al crucifijo hasta que se vuelve a hartar de estar ahí clavado como un Cristo.
Blackdot
12 de August de 2018 / 19:00
12 de August de 2018 / 19:00
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