Era su última oportunidad, antes que ella se fuera, de arreglarlo todo. Su último recurso.
Se levantó cauteloso del sillón, entró a su antigua habitación, se metió en la cama —ella dormía mil sueños en uno, no se daría cuenta—, se acercó a su rostro, puso la boca sobre su oído, susurró… Las cuerdas vibraron, formaron sonidos que viajaron por aire, atravesaron el conducto auditivo, chocan con pequeños huesos, las vibraciones se vuelve electricidad, que es decodificada en palabras, que se adentran en lo más recóndito. El proceso continua por horas. La claridad del sol entra por la ventana y él sale por la puerta, regresa a su sofá. Cuando ella despierta, lo va a buscar y la da un delicioso beso en la boca, tal y como los recordaba.
Funcionó.
Caim Reyes
14 de March de 2018 / 16:50
Lavado mental. 14 de March de 2018 / 16:50
Caim Reyes
Taller 15 de March de 2018 / 07:05
Tequila
 

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