Tan cerca y tan lejos, el silencio se hace herida. Siento tu tibia humanidad y no te toco, áurea cálida que excita y a la vez separa. Mi mano demanda el roce que no sucede, retumba en el cuerpo y arde. Soy piedra en un desierto de voces que se insinúan y callan. El aire flota en suspiros que de tanto surgir ocultan las palabras, esquivas y sordas que se ahogan. Laberinto de sentires nuestro mundo, compleja trama de historias, prejuicios y sinsabores que se esconden y acechan. Pero como agua del mismo mar, ondulante devenir que alterna, amor y desencuentro, el tú y el yo que pujan y se debaten entre la unión y la libertad. Quizás ahí esté el secreto, unirnos en un mar sereno que nos moje en besos, nos apriete en abrazos y nos lleve a un puerto de deseos. El mismo mar que roza tu cuerpo y el mío, saber nadar en él lleva tiempo pero vale la pena hacerlo. No existe línea trazada en el agua que pueda separar lo inseparable. Tú y yo, como agua del mismo mar.