Pelagatos
Pareciera una congregación de vecinos que se reúnen todas las tardes para celebrar la puesta de sol. Los niños corretean o juegan con tizas de colores creando mundos en el suelo.
Algunos fuman sentados en los escalones una pava tan gastada, que casi se fuman los dedos. Los hay que esperan, apartados del grupo, como si no quisieran que los metieran en el mismo saco. Son nuevos y rezuman vergüenza, pronto se les pasará. Los más charlan entre ellos, y se entienden como pueden en distintas lenguas, erigiendo una confusa torre de Babel.
Cuando los empleados del super salen con los cubos a la calle, se abalanzan en estrepitosa barahúnda y revuelven entre los despojos. Después, con el botín en la mano, se alejan en tropel arrastrando sus enseres, calle abajo, hacia las barracas de latón, al otro lado del río.
Algunos fuman sentados en los escalones una pava tan gastada, que casi se fuman los dedos. Los hay que esperan, apartados del grupo, como si no quisieran que los metieran en el mismo saco. Son nuevos y rezuman vergüenza, pronto se les pasará. Los más charlan entre ellos, y se entienden como pueden en distintas lenguas, erigiendo una confusa torre de Babel.
Cuando los empleados del super salen con los cubos a la calle, se abalanzan en estrepitosa barahúnda y revuelven entre los despojos. Después, con el botín en la mano, se alejan en tropel arrastrando sus enseres, calle abajo, hacia las barracas de latón, al otro lado del río.
Patricia Redondo
20 de November de 2017 / 01:36
20 de November de 2017 / 01:36
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