La cueva de las golosinas
Dentro de la roca agujereada, las abejas instalaron su nido. El fósil petrificado sintió latir un corazón de panal con el frenesí de cientos de abejas recluidas en su interior. La miel corrió en un violento flujo que ensanchó las venas secas. Los párpados de cera se levantaron dejando ver el ámbar de los ojos encapsulados en celdillas hexagonales. Hambrienta, la criatura elaboró una trampa regurgitando la miel en forma de curiosas figurillas. El cristal de confites y caramelos brillaba amplificado por la luz sonrosada del crepúsculo. Atraídos por el fulgor de las confituras, los niños acudían hasta la boca del dragón donde se atascaban entre miel caliente y cera derretida. De los pueblos vecinos, enviaron a un músico para alejar a la bestia. El organillero tocó una melodía tan dulce que hizo que los insectos zumbaran al unisono de contentos. El monstruo quedó al servicio del itinerante que lo ató al organillo y se marcharon juntos en busca de ferias
Malvadisco
14 de November de 2017 / 23:55
14 de November de 2017 / 23:55
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