Desde que se inició el confinamiento y empezamos a salir a las ocho a aplaudir a los sanitarios, el patio se convirtió en una fiesta: poníamos canciones de verbena, bailábamos en los balcones dirigidos por Vanessa, la azafata del ático, y festejábamos a gritos santos y cumpleaños. Pronto Roberto, el chico del primero A, se ofreció a hacerle la compra a Carmela, la anciana de segundo D; Enriqueta y Fina, las de los cuartos B y C, hicieron las paces y charlaban durante horas a través de las ventanas del lavadero, cada una con su lata de cerveza; Roberto y yo cenábamos todas las noches repasando nuestra colección de cine clásico y, cuando la peli era romántica, terminábamos haciendo el amor en el sofá.

De eso hace ya dos años. Ahora en el patio solo se oye el martilleo de la música electrónica de Roberto. Carmela va sola al mercado, usando el carrito como andador. Fina y Enriqueta no se dirigen la palabra. Roberto llega a las tantas, después de pasar la tarde con sus amigotes. Salvo los lunes. Él dice que sale en viaje de negocios, pero yo sé que viene a escondidas y sube de puntillas hasta el ático donde Vanessa, recién llegada de Sao Paulo, lo espera semivestida con un picardías color marfil que tiende los martes en la azotea.
Urraca
14 de October de 2022 / 03:13
Nuestra mejor versión 14 de October de 2022 / 03:13
Urraca
Taller 15 de October de 2022 / 03:39
Mónica Brasca
 

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