El Cacanicas
Entre niños lustrabotas, vendeperiódicos, vendefrutas y vendetcéteras, jugábamos canicas, ya fuera a los tres hoyos o a la puntería. Monchito, un nene sin padres, era el más pobre de todos. Cuando alguno de nosotros le ganábamos sus canicas, decía que se las tragaría y, así, ante el asentimiento y morbo general de los jugadores, desaparecían en su boca. Al día siguiente, apostaba con las mismas canicas del día anterior. Llegó a almacenar muchas en botellas de vidrio, las cuales vendía a niños de barrios aledaños y que desconocían el proceso intestinal que habían sufrido.
Héctor
14 de September de 2022 / 16:46
14 de September de 2022 / 16:46
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