Después de varios meses regresé a Turiki, aquel pequeño planeta en forma de cubo del que ya he hablado antes. Le dio mucho gusto al rey Maldao y a sus amables súbditos volver a verme, y yo a ellos.
-¿Que te trae por aquí de nuevo? - me preguntó.
-Saludarlos y proponerles una idea para comunicarse y conocer a sus vecinos de las otras caras. Me parece muy triste saber que no se conozcan por el miedo de caerse si intentan acercarse a los bordes.
-La verdad es que sí. No sabemos como ellos pueden vivir sobre las superficies verticales que nos rodean. Menos aún entendemos cómo no se caen al espacio los que viven en la cara opuesta.
Por más que intenté explicarle la ley de la gravedad, que hace que todos los objetos sean atraídos hacia el centro del planeta, le resultaba muy difícil entenderlo. Para convencerlo, invité al monarca y a sus ministros a abordar mi nave y visitar otro de los lados. Al llegar a una zona desierta, pudimos comprobar que era igual a donde ellos vivían. Mis acompañante daban vueltas de un lado a otro, discutían y se rascaban la cabeza sin comprender la razón.
-¿Lo ven? -les dije. Esta superficie es tan plana y horizontal como su reino.
-Lo veo, lo siento y no lo creo - respondió el rey, pero me pareció que mientras volábamos, el planeta dio la vuelta y por eso estamos hacia arriba.
En ese momento supe que deberían pasar muchos años para que ellos descubrieran el secreto por sí mismos.

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Mónica o tallerista a cargo: Para mayor referencia ver la versión tallereada de "Turiki" del día 3 de este mes.