La pulga
La pulga
Mientras la jirafa pastaba, la pulga, aprovechando la corta distancia, brincó a su cabeza. La jirafa levantó el cuello y vio hacia ambos lados al escuchar el aletear de una bandada de pájaros que se desprendían de unos arbustos, acción que mareó a la pulga.
Después de que recobrara su estabilidad emocional, y de abrirse paso entre el cañaveral de pelos, la pulga supo del atajo que había tomado al cielo. Observó el crepúsculo con el júbilo triunfante de un alpinista. Le rodaron lágrimas, se le doblaron las rodillas. El registro evolutivo de su [i]Pulguis sapiens[/i] le salió al encuentro. Aquel momento fue revelador para ella. Ya no sería el insecto que viajaría en cualquier colectivo hirsuto; sí en la esponjosa piel de alguna mascota de la aristocracia; ya no se aventuraría en cualquier colchón apestoso a tabaco y sexo callejero. Soñó con andar por la nívea llanura de una cama exclusiva, de esas que nunca pierden el olor a nuevo.
Luego de la explosión emocional sintió hambre y, como era vegetariana -por instrucción alimenticia de una tía que, dicho sea de paso, había huído con el primer perro andariego que se le atravesó en el camino- no supo qué hacer. Tras tantear la distancia kilometral hasta el suelo, dedujo que la mejor alternativa era aguardar a que el Everest de los animales dirigiera su hocico al pastizal.
Cuando la jirafa se dispuso a comer las hojas de un árbol, la pulga percibió una oportunidad. Pensó en descender de la sesera hasta la comisura de la trompa del mamífero, pero, apenas iniciada la travesía, se detuvo y sopesó el peligro de la hazaña: <<¿y si me resbalo por la humedad de los labios? ¿o si caigo al vacío o me traga?>> Mientras se debatía entre interrogantes, la jirafa se movió y bajó el cuello en busca de agua. La ex-chupasangre, al sentir la súbita caída, dejó el alma colgada en el aire y las uñas incrustadas en la oreja de la mole vertical . Cuando se recuperó del susto y observó la cercanía del suelo, dió un salto y se internó en la frondosidad del pasto.
Luego tomó rumbo opuesto a la jirafa silbando en español el tema musical [i]Dont worry, be happy[/i].
Mientras la jirafa pastaba, la pulga, aprovechando la corta distancia, brincó a su cabeza. La jirafa levantó el cuello y vio hacia ambos lados al escuchar el aletear de una bandada de pájaros que se desprendían de unos arbustos, acción que mareó a la pulga.
Después de que recobrara su estabilidad emocional, y de abrirse paso entre el cañaveral de pelos, la pulga supo del atajo que había tomado al cielo. Observó el crepúsculo con el júbilo triunfante de un alpinista. Le rodaron lágrimas, se le doblaron las rodillas. El registro evolutivo de su [i]Pulguis sapiens[/i] le salió al encuentro. Aquel momento fue revelador para ella. Ya no sería el insecto que viajaría en cualquier colectivo hirsuto; sí en la esponjosa piel de alguna mascota de la aristocracia; ya no se aventuraría en cualquier colchón apestoso a tabaco y sexo callejero. Soñó con andar por la nívea llanura de una cama exclusiva, de esas que nunca pierden el olor a nuevo.
Luego de la explosión emocional sintió hambre y, como era vegetariana -por instrucción alimenticia de una tía que, dicho sea de paso, había huído con el primer perro andariego que se le atravesó en el camino- no supo qué hacer. Tras tantear la distancia kilometral hasta el suelo, dedujo que la mejor alternativa era aguardar a que el Everest de los animales dirigiera su hocico al pastizal.
Cuando la jirafa se dispuso a comer las hojas de un árbol, la pulga percibió una oportunidad. Pensó en descender de la sesera hasta la comisura de la trompa del mamífero, pero, apenas iniciada la travesía, se detuvo y sopesó el peligro de la hazaña: <<¿y si me resbalo por la humedad de los labios? ¿o si caigo al vacío o me traga?>> Mientras se debatía entre interrogantes, la jirafa se movió y bajó el cuello en busca de agua. La ex-chupasangre, al sentir la súbita caída, dejó el alma colgada en el aire y las uñas incrustadas en la oreja de la mole vertical . Cuando se recuperó del susto y observó la cercanía del suelo, dió un salto y se internó en la frondosidad del pasto.
Luego tomó rumbo opuesto a la jirafa silbando en español el tema musical [i]Dont worry, be happy[/i].
Héctor
12 de March de 2022 / 11:12
12 de March de 2022 / 11:12
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