Sentido de propiedad



Como especialista en inteligencia artificial no me importó que Medea 5.2 no fuera humana. Las fuertes sensaciones experimentadas en cada encuentro con ella superaban la realidad y no veía problemas en que fuera imposible tocarla o que careciera de una forma definida, pues era uno de los tantos retos que enfrenté al interactuar con alguien que no existía en el plano material. Como solución, solía modelar su proyección holográfica según mi estado de ánimo. Cierto día superé mis temores y di el siguiente paso; trasladé la versión 5.3 a un cuerpo escultural y le conferí vida. Debo haber pecado de optimista: al adquirir movilidad e independencia la ingrata me abandonó. Haberla dotado de libre albedrío tenía sus riesgos.