Poco después de que alguien tomara un libro del estante, Romeo reclama airadamente a Macbeth por golpearlo en la espalda sin motivo. Mientras alegan, Otelo se aproxima a Julieta con evidentes intenciones de conquista. Romeo da un salto, lo amenaza y discuten. Al oír el alboroto, Hamlet se acerca para mediar en el conflicto, en tanto que Macbeth aprovecha para ocultarse tras una cortina. Cuando advierte que algo se mueve, Julieta grita: “¡una rata!”, Romeo clava la espada varias veces y Macbeth cae. Hamlet ataca al homicida al ver el cadáver y mata a Mercurio que acudió en su auxilio. Julieta y Ofelia, que se asomó a ver qué ocurría, se desmayan.

Romeo lucha con el asesino de su amigo, y en la trifulca, a la que se suman otros más, hiere a Teobaldo en un ojo. Obnubilado, este hinca su espada en el bulto que tiene enfrente, que resulta ser Polonio, quien fue a reanimar a su hija Ofelia. Agonizante, exclama: “Ser o no ser”, y armado de valor —y dos pistolas— desenfunda, fulminando a Teobaldo y a Hamlet que está a su lado. Cuando se calma la tempestad, Julieta y Otelo han desaparecido con ayuda de un mercader veneciano, y Romeo, un tanto desilusionado, voltea a ver a Ofelia, quien le sonríe. Mientras cruzan miradas, el rey Lear reaparece y ocupa su sitio entre aquellos libros que, deshojados y maltrechos, quedan en espera de otra agitada noche de acción, aventura y romance.