La costurera valiente
“Maté a siete”, gritaba la joven esgrimiendo la aguja como si fuera un arma. La mujer tenía una vista prodigiosa: cosía ojales, enhebraba agujas sin necesidad de casi luz, pero nadie la tomaba en serio, cuando afirmaba que existían monstruos de seis patas. Aunque a su taller de costura llegaban desconocidos a altas horas de la noche. Para franquear la entrada, bastaba decir: “Yo también los he visto”, Los médicos decían que el prurito era por causas humorales. En cambio, la costurera escarbaba hasta localizarlos bajo los surcos de la piel y extraía uno tras otro. Luego, lavaba la piel del paciente con agua y jabón y les daba una bolsita con azufre que debía mezclarse con manteca de cerdo para untarlo por el cuerpo en la noche y matar todos los huevecillos del arador de la sarna.
Celecanto
19 de September de 2021 / 23:46
19 de September de 2021 / 23:46
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