Bueno, sí, tienes razón...
El regreso
Cada vez que abro el desván donde se guardan las escobas y los traperos, me acuerdo de mis juegos con Picata, mi amiga imaginaria cuando niño. Allí me escondía con ella, qué linda era. Algunos cucarrones que yo recogía en el patio, los colocaba en fila para que ella les pusiera nombres y les conversara. Nos encantaba estar ahí porque nadie nos veía; y, si alguien llegaba a abrir la puerta, quedábamos ocultos detrás de ella, protegidos por la oscuridad. Preciso hoy que volví al desván, me encontré con una anciana canosa y arrugada que no reconocí de entrada, pero supe que era Picata porque sacaba cucarrones de sus bolsillos.
Cada vez que abro el desván donde se guardan las escobas y los traperos, me acuerdo de mis juegos con Picata, mi amiga imaginaria cuando niño. Allí me escondía con ella, qué linda era. Algunos cucarrones que yo recogía en el patio, los colocaba en fila para que ella les pusiera nombres y les conversara. Nos encantaba estar ahí porque nadie nos veía; y, si alguien llegaba a abrir la puerta, quedábamos ocultos detrás de ella, protegidos por la oscuridad. Preciso hoy que volví al desván, me encontré con una anciana canosa y arrugada que no reconocí de entrada, pero supe que era Picata porque sacaba cucarrones de sus bolsillos.
esleongo
20 de April de 2017 / 10:25
20 de April de 2017 / 10:25
Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.