El hombrecillo en harapos cargaba un fardo por la calle. En ocasiones se detenía y tocaba en alguna puerta o para hurgar en los callejones. Otras, lo arrastraba un tramo y hacía intentos por dialogar con quien se cruzaba a su paso antes de continuar la marcha con él a cuestas. Atravesó media ciudad mientras iba llenándolo hasta llegar a la Grand Place. Buscó la maison du Pigeony y tocó a la puerta. Un hombre de mediana edad, canoso, asomó por la mirilla.
–Es usted el señor Victor Hugo –preguntó el indigente.
–Soy yo. ¿Qué se le ofrece, buen hombre?
–Aquí le traigo lo que encargó. Son todas las miserias humanas que pude encontrar en el camino hasta acá.
Pseudónimo
10 de March de 2021 / 14:00
Materia prima 10 de March de 2021 / 14:00
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