La partida
Al ritmo de un lento vals, las horas bailaban al unísono del péndulo de un viejo reloj de pie. El hombre las acompañaba con música suave y la lectura en el sillón bajo una lámpara, tan antigua y tenue como sus recuerdos. A ratos hacía breves paseos por el jardín, en espera de su prometida. Al verla llegar, sonrió plácidamente antes de decirle:
–Querida, ¿puedes apagar la luz antes de irnos? No quiero dejar deudas a mis hijos.
Tomados de la mano, partió con ella y la conciencia tranquila. El reloj se detuvo, las notas callaron, el libro se cerró.
–Querida, ¿puedes apagar la luz antes de irnos? No quiero dejar deudas a mis hijos.
Tomados de la mano, partió con ella y la conciencia tranquila. El reloj se detuvo, las notas callaron, el libro se cerró.
Gesel van God
03 de March de 2021 / 21:39
03 de March de 2021 / 21:39
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