Respuesta al comentario
Hola, Paola.
Te agradezco los comentarios en el taller. Conforme a tus sugerencias, hice algunos cambios para darle mayor claridad y sentido a la idea. El personaje no está muerto, sino privado de suficiente oxígeno (anoxia). Delira, tiene visiones y ve árboles y vegetación a su alrededor. Los médicos lo salvan y le brindan una segunda parte (secuela) a su vida en riesgo, supuestamente sin lesiones o afectaciones (otras secuelas), debido a la falta de oxígeno al cerebro. La misma historia da cuenta de que sí las tuvo. Espero que esta segunda versión te parezca mejor:
Anoxia
Me suponía muerto, abandonado a mi suerte dentro de un pabellón rodeado de plantas y árboles, en espera del momento de mi entierro. Un ruido rasgó el silencio. Entre bruma, en el límite de la conciencia, percibí cuando traspasaron las paredes. Sus raíces reptaban al acercarse, treparon hasta alcanzar mi cuerpo y lo cubrieron. Sentí cómo uno de sus capilares entró por la boca hasta la tráquea. Tuve náuseas, y miedo. Contra lo que esperaba, empecé a respirar. Días más tarde fui dado de alta. Aun cuando estoy salvo, vivo con temor hacia esos extraños árboles que me dieron la oportunidad de escribir esta segunda parte de una vida que, según me dijeron ellos mismos, no tendría secuelas.
Saludos
Te agradezco los comentarios en el taller. Conforme a tus sugerencias, hice algunos cambios para darle mayor claridad y sentido a la idea. El personaje no está muerto, sino privado de suficiente oxígeno (anoxia). Delira, tiene visiones y ve árboles y vegetación a su alrededor. Los médicos lo salvan y le brindan una segunda parte (secuela) a su vida en riesgo, supuestamente sin lesiones o afectaciones (otras secuelas), debido a la falta de oxígeno al cerebro. La misma historia da cuenta de que sí las tuvo. Espero que esta segunda versión te parezca mejor:
Anoxia
Me suponía muerto, abandonado a mi suerte dentro de un pabellón rodeado de plantas y árboles, en espera del momento de mi entierro. Un ruido rasgó el silencio. Entre bruma, en el límite de la conciencia, percibí cuando traspasaron las paredes. Sus raíces reptaban al acercarse, treparon hasta alcanzar mi cuerpo y lo cubrieron. Sentí cómo uno de sus capilares entró por la boca hasta la tráquea. Tuve náuseas, y miedo. Contra lo que esperaba, empecé a respirar. Días más tarde fui dado de alta. Aun cuando estoy salvo, vivo con temor hacia esos extraños árboles que me dieron la oportunidad de escribir esta segunda parte de una vida que, según me dijeron ellos mismos, no tendría secuelas.
Saludos
Pitecantropus
21 de February de 2021 / 14:28
21 de February de 2021 / 14:28
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