Los negocios familiares crecieron como un frondoso árbol bajo cuya sombra hay un extenso y florido camposanto. Todo nació como un modesto establecimiento de apuestas que, además, vendía seguros contra daños. Luego vinieron los casinos, el banco sin membrete y un eficiente despacho de cobranzas. Más tarde, el alcohol, la trata de mujeres, el tráfico de armas y las drogas. Paradójicamente, mientras más se extiende, resulta menos sencillo elegir la mejor rama. Entre la carrera contra un virus, la alimentaria, la del espacio, la armamentista o la presidencial, no saben en cual sería más redituable la apuesta.