Aires del otoño
Imposible olvidar ese primer beso dibujado en una nube, lejano en el horizonte y tan cercano en las emociones, breve como un suspiro y largo como el porvenir; indescriptible, colmado de significados que habríamos de hallar desde la distancia, en la soledad de dos vidas que se cruzaron en el aire por accidente. Nuestras caras desconocidas y un par de corazones anónimos se reflejaban, como en un espejo, en charlas interminables, hasta conocerse mejor que mil encuentros en tierra. No tardó en surgir el deseo de tocar tus alas, de abrazarnos y materializar un primer contacto de los labios, de estar solos, frente a frente. Y llegó el momento, en el ocaso, cuando la intimidad nos envolvió aquella primera noche en un fragoroso intercambio de caricias y deseos guardados bajo la piel, en los momentos sublimes de descubrir tus secretos y compartir los míos, en imborrables convergencias de placeres con el correr del tiempo. Al recordar, todo lo demás se desvanece ante el arrebato y la intensidad en cada encuentro. Valió la pena vivirlo, aunque hubiese sido una sola vez.
Pi
08 de December de 2020 / 18:04
08 de December de 2020 / 18:04
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