Se levantó horrorizada de la cama y antes de que nadie la viera y pudiera impedirlo, se retiró las agujas, canalizaciones y cables que tenía por todo el cuerpo. Respiró aliviada y salió con sigilo del cuarto para escapar. No entendía por qué la habían internado en ese lugar. Si de todas maneras iba a morir, ¿para qué tomarse tantas molestias y privarla de sus últimos días de conciencia para tenerla bajo sedantes y conectada a esos aparatos? La idea de que aquellos hombres y mujeres de blanco tuvieran otras intenciones cruzó fugazmente por su cabeza. En cualquier caso, era mejor huir aprovechando la oscuridad.

En la calle no le pareció extraño que la gente la mirara así. Aún llevaba la ropa hospitalaria, su aspecto debía ser desagradable, estaba desorientada y no tenía a dónde ir. Al pasar por un callejón, vio a un indigente que le brindó lo que necesitaba. Aunque logró satisfacer su hambre con aquel bocado, se preguntaba cómo reaccionaría su organismo ante aquel amasijo sanguinolento y alcoholizado que nunca despertó de su sueño. Comprendió que su situación era precaria: herida y débil, no imaginaba cómo regresar a casa sin correr los mismos riesgos que la habían llevado hasta ahí, donde perdió la mitad de sus seis patas y una de sus alas al caer. Abatida, levantó la vista y se quedó mirando con nostalgia la segunda estrella a la derecha…
Pi
14 de November de 2020 / 18:52
La extranjera 14 de November de 2020 / 18:52
Pi
Taller 17 de November de 2020 / 20:36
Mónica Brasca
 

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