Corrección de La despedida de una madre
El tabú prohibía cazar a los “hermanos de los árboles”, tan semejantes al ser humano. Pero el hambre lo hizo disparar la flecha contra el antropoide. Herida, la mona escapó a lo profundo del bosque. Al animal le costaba avanzar por la hemorragia y un exceso de peso. Con facilidad, el cazador siguió el rastro de hojas almibaradas en sangre. Al llegar la noche, cansado, se detuvo a dormir bajo un árbol. Soñó con una mujer desnuda de vientre abultado que le suplicó: “Antes de irme para siempre, tienes que hacerme un favor. Mañana, al amanecer, cumplirás mi postrero deseo”. El hombre despertó sobresaltado por un gran peso en el corazón. A su lado estaba la mona muerta. En la agonía, la hembra le había acercado su cría recién nacida que se aferraba a él en busca de calor.
Malvadisco
22 de February de 2017 / 08:37
22 de February de 2017 / 08:37
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