A la hora de la siesta
Cuando nuestras madres dormían, aprovechábamos para adentrarnos en el bosque.
Buscando refugio de árbol en árbol, recorríamos los senderos, temerosas de que de repente él se apareciera desde la lobreguez. No obstante, nuestros corazones exaltados, esperaban con ansias ese encuentro.
Nunca lo llegamos a ver.
Hoy en día, cuando me deslizo impávida por las calles de la ciudad, a veces, a la vuelta de una esquina, me parece que percibo una sombra lustrosa y peluda. Entonces aminoro la marcha, con el deseo presto, aún.
Buscando refugio de árbol en árbol, recorríamos los senderos, temerosas de que de repente él se apareciera desde la lobreguez. No obstante, nuestros corazones exaltados, esperaban con ansias ese encuentro.
Nunca lo llegamos a ver.
Hoy en día, cuando me deslizo impávida por las calles de la ciudad, a veces, a la vuelta de una esquina, me parece que percibo una sombra lustrosa y peluda. Entonces aminoro la marcha, con el deseo presto, aún.
La ausente
18 de September de 2020 / 21:34
18 de September de 2020 / 21:34
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