Hermann Bellinghausen encuentra historias o poesía en todas partes. Sabe cuándo el hombre se transforma en Dios y, el mar, en hombre. Periodista nato, agudo, certero, se vale de la técnica y ritmos de la crónica —de la cual es un maestro en el México contemporáneo— para, en sus ficciones, abandonarse en el fenómeno artístico. Los cuentos y relatos de Mester de alfarería poseen diversos registros literarios, pues cada invención se debe a sí misma, a las propias reglas para que lo real como lo fantástico sea creíble, invitando al lector a escuchar sombras, a descubrir retratos hablados, a ser la bala o el vacío de la ruleta rusa, la veloz inmovilidad del colibrí, un futuro que ya es pasado, entre muchas otras paradojas que se resuelven a veces con música de Mozart, a veces con la suavidad del viento. La singularidad de su narrativa es non, siempre alejada de las pautas de moda o comerciales.
Tweet