MUESTRA DE SEPTIEMBRE
RECOPILACIÓN DE SEPTIEMBRE 2017
Jurado del mes: Martín Gardella
Tema: Los Beatles.
Día 1. Tallerista: Elisa de Armas
"Bajo un cielo de mermelada", de Black dot
Ella me miró con sus ojos de caleidoscopio mientras navegaba en un submarino amarillo. Venía del lugar donde el pulpo tiene su jardín y, a través de un largo y sinuoso camino, buscaba regresar a la Unión Soviética para hacer su revolución. ¿Yo?, yo solo quería ser su hombre y cantarle al oído tontas canciones de amor.
"Mi primer guateque", de Sargento Pimienta
Qué guapo, deseé que no se parara delante, pero lo hizo, agaché la cabeza y el rubor inundó mi cara. Tiró con fuerza de mi mano y me llevó al centro de la habitación. Otras parejas bailaban más o menos apretadas.
Mi vecina me había avisado: “Los codos por dentro, son unos aprovechados”. El esfuerzo era colosal, se movía con agilidad y proyectaba la cadera hacia delante pegándose a mí. Noté algo duro que restregaba en mi vientre. Empecé a sudar, los dos vasos de ponche se me subieron de golpe a la cabeza. Adamo sonaba en el pick up, sus manos en mi cintura, sus labios en los míos y yo noté su dulzor.
Cambiaron el vinilo, se apagó la luz y escuché las palabras más bonitas de mis pocos años.
“I want you, I want you, I want you.
I think you know by now.
I'll get to you somehow.
Until I do I'm telling you so you'll understand
Su pierna derecha se introdujo entre las mías, sentí la boca seca, me la inundó con su saliva —qué hago, Dios—. Lo abracé más fuerte, lentamente fuimos hacia el cuarto de la plancha y sobre un montón de ropa limpia me desvirgó.Se subió el vaquero mientras me guiñaba un ojo. No volví a verlo.
A mi hija le puse Michelle.
Día 2. Tallerista: José Luis Velarde
DESIERTA.
Día 3. Tallerista: Juan Manuel Montes
"Pase de lista", por Meminero Tui
En lo más alto de la torre octagonal del internado McKenzie llegó aleteando Miss Eleanor Rigby. Era una libélula enjuta y estricta. Sacó una hoja del cartapacio, vio hacia abajo y descendió como un kamikaze. Luego pasó lista a todo pulmón:
—¡Lennon John!
—¡Presente!
—¡Harrison George!
—¡Presente!
—¡McCartney Paul!
—¡Presente!
—¡Starr Ringo!
—¡Todavía no llega! —dijeron al unísono los tres escarabajos.
"The beatles", por Black Dot
Una mañana Gregorio Samsa se vio al espejo. Sorprendido pudo observar cómo su imagen cambiaba. En un momento era John; en otro era Paul; en otro más, George y hasta Ringo.
Luego de estas continuas metamorfosis se dio cuenta de que si encontraba a un buen representante, podría llegar a ser más famoso que Jesucristo.
Día 4. Tallerista: Marcial Fernández
“Verdad”, por Black Dot
Era cierto lo que John decía. Los sacerdotes se dieron cuenta cuando los feligreses llegaron a los templos y pidieron que en lugar de salmos el coro cantara “Let it be”.
"La verdadera historia de Mark David Chapman", por Homless
Nunca me aceptaron como el sexto Beatles, a pesar de que les acompañé por cientos de hoteles de todo el mundo. De los cinco tiros, cuatro le alcanzaron de lleno y un quinto le pasó silbando la cabeza: no está nada mal para ser el que solía cargar con las maletas.
Día 5. Tallerista: Víctor Antero Flores
“Obsequio”, de Meminero Tui
—Todo lo que necesitas es amor, le dijo Mrs. Robinson.
Lucy asintió tras un limonero, corrió y trepó a un pájaro negro.
—¡No me dejes caer!, le susurró al ave mientras daban vueltas alrededor del Universo.
Llegaron a su destino. Lucy en el cielo de diamantes desovó cuatro constelaciones, las recogió con esmero y brincó de estrella en estrella hasta llegar con Mr. Moonlight.
—Son para usted, le dijo roja como un campo de fresas para siempre, para que iluminen sus sueños en la noche de un día difícil.
Día 6: Tallerista: Daniela Truman
"Please, Mr. Postman", de Tiempos modernos
Lo veo doblar la esquina y me estremezco. Por fin, hoy no me puede fallar. Llevo días esperando parada detrás de la ventana. Mi corazón late fuerte, anticipándose al sonido del timbre. Pero una vez más esta mañana, enérgico y decidido, pasa de largo ignorando mi puerta. No puedo con mi ansiedad y salgo a la calle.
—Por favor, señor cartero, espere un minuto. ¿No tiene algo para mí hoy?
Él niega con la cabeza y me sonríe a modo de consuelo.
—Por favor, revise bien. Pase, pase, póngase cómodo.
Se sienta en el sillón del living y juntos esparcimos el contenido del bolso sobre la mesa ratona. Es cierto, no hay nada. Vuelve a sonreírme como pidiendo disculpas. Qué tostado está. El uniforme azul le hace juego con los ojos. Y qué bien le queda, realza sus pectorales y sus espaldas anchas.
Mientras él guarda los sobres, voy a la cocina. Cuando vuelvo con café y masitas caseras, noto que se aflojó el nudo de la corbata.
Mentalmente redacto el texto del telegrama que enviaré cuanto antes: “Fuiste”.
Día 7. Tallerista: Carlos de Bella (Sapo)
“Isla de inmortales”, de cero
Aunque habían cambiado los reconocí a todos. La dificultad variaba en recientes y antiguos, entre kilos de más y de menos hasta idiomas no originales. Un lógico celo reinaba entre los integrantes, ni pistas ni revelaciones, cero egos. Fue Harrison, un gran hermano, el que se acercó:
—Hola Paul, bienvenido. Tardaste un poco en venir—
—Ya sabes, respondí, es difícil huir de la fama, pero aquí estoy, tal como juramos los seis. Solo habrá que esperar un poco por Ringo, por cierto ¿En dónde está John?—
¡Que tristeza apareció en la cara de George! —Lo siento hermano, Lennon sí murió—
“I think I’m gonna be sad”, de Rayuela
Con toda energía, en mi cuarto, los Beatles pronostican un posible estado de tristeza porque su chica tiene un boleto para pasear y se irá muy lejos.
Sigo en pantalla el estado de tu vuelo, que con puntualidad despegó hacia a otro continente. Según dijiste, lejos de mí por fin podrás sentirte libre. Aunque pretenda contagiarme de la alegría de su música, mi corazón sintoniza con la lenta versión de los Carpenters, que vaticinan autodestrucción, tal vez suicidio, quién sabe dónde, si del lado de aquí o del lado de allá.
Día 8. Tallerista: Lola Díaz-Ambrona
"Baladas", por Enigmática.
Querría subir al tren en marcha, pero los fans, en el andén, esperan su autógrafo, su seña de identidad. Unas vacaciones en solitario, un paréntesis en su vida artística… en fin, un billete de polizón que le garantizara un viaje sin destino y elucubrar sobre lo divino y lo humano. Quizá salir del túnel. Encender un último e imaginario pitillo, tal vez un Gitanes. “Revólver” ya está en marcha. Lo vislumbra en la cortina de humo que cubre la ventana empañando el paisaje de toda su vida.
Día 9. Tallerista: Lucía Casas Rey
DESIERTO.
Día 10. Tallerista: Dakiny
“Imagine”, de Meminero Tui
Imagine es tierra de paz, pujante y sin odios. Mano firme de mujer la gobierna. La mandataria es acaudalada y ama su ínsula.
Sale al balcón ataviada como geisha, bajo enorme sombrero. Se acerca al altavoz y dice cariñosa:
—Hijitos míos, los más pequeños de mis críos. Fueron clonados en Tokio pero los quiero como si hubieran nacido de mi vientre. Jamás olviden que son el obsequio viviente de John Lennon a la humanidad. Ya están en edad de salir al mundo y esparcir su semilla. Creced y multiplicaos—, dice conmovida.
—¡Sí, mamá Yoko!—, gritan miles de jóvenes que corren hacia el mar para trepar a cientos de barcas que se mecen en la orilla. Barbados, de cabelleras largas, con gafas y albas túnicas. Son el vivo retrato de su padre.
“Un día en la vida”, autor Crispín
Desde su adolescencia había sido un obsesivo admirador de los Beatles, se hizo músico, se casó y fue a Liverpool de luna de miel. Tuvo cuatro hijos —Pablo, Juan, Jorge y Ricardo—, a los que matriculó en el conservatorio al cumplir los cuatro años.
Los dos mayores se hicieron científicos, el tercero médico y el benjamín arquitecto. A pesar de que todos alcanzaron notoriedad en su trabajo, nunca pudo perdonarles lo que consideraba una traición.
Tanto fue su desprecio que se fueron alejando y dejaron de verlo hasta su ochenta cumpleaños. Querían que ese día fuera especial. Se presentaron en su casa vestidos a la usanza de los sesenta, con las guitarras, el bajo y la batería. Le dedicaron una versión más que digna de A Day In The Life, su canción favorita. Terminada la actuación observaron como balbuceaba en su silla de ruedas y, con el dedo índice apuntando al techo, contaba los cuatro mil agujeros de Blackburn.
Día 11. Tallerista: Carlos Bortoni
DESIERTO
Día 12. Tallerista: José T. Espinosa-Jácome
DESIERTO
Día 13. Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
“Eleanor Rigby" de Meminero
No maté al padre McKenzie, dijo Eleanor Rigby. Soy inocente. Señor Juez, lo amé como sombra a la noche. Pregunte a los amaneceres. Él se broncoaspiró después de tragarse sus palabras. Cuando salí del cementerio sostenía una cabeza en la mano, sí, pero era la de mi progenitor. El psicoanalista que se convierte en diván y la silla que escudriña expedientes pueden atestiguarlo.
"Momus" de Virginia Laforet
Lalito tenía una habilidad especial de hechicero: toda pieza artística que recitaba (canciones, poesía, diálogos de telenovela) se tornaba misteriosa invocación cuando las palabras bebían de la saliva en su boca. Tuvo una etapa de empedernido sesentero en la que le dio por entonar aquella balada suavecita acerca del mirlo que canta en medio de la noche. Destino inevitable: a fuerza de repetirla se le apareció un mirlo malherido en su ventana. Lalito lo comandó al vuelo a pesar de las alas rotas. El mirlo, en efecto, voló y atravesó sin darse cuenta un portal nocturno, resabio del encantamiento. El pajarraco aterrizó en otra ventana de dos siglos atrás y, como estaba abierta y había chimenea, quiso entrar a reponerse del tremendo ajetreo. Se posó sobre el busto de Momus, dios de la burla, que decoraba el escritorio de un poeta. El poeta lo miró, dejó de arrancarse los cabellos que en su desesperación sacrificaba a las musas frígidas y concibió una idea fenomenal. Cambió al mirlo por un cuervo, porque le pareció de mejor gusto. También hizo otros arreglos a su poema.
Día 14. Tallerista: Mónica Brasca
“Detrás de todo gran hombre…”, de Malvadisco
A John le prohibió tener novia y lo obligó a vestir de traje junto al resto de chicos de la banda. En un acto de desafío, el músico se casó y tuvo un hijo. Incansable, Epstein redobló sus atenciones y, en sus cartas, le suplicaba por un poco de esa vitalidad de caderas que derramaba en el escenario. Cuando el representante publicó su biografía, Lennon, con calculada malevolencia, le sugirió de título “El maricón judío”.
Al morir Epstein a causa de una sobredosis, John sintió que por fin comenzaba una nueva vida, libre de aquella presencia omnipresente. Pero al acercarse la siguiente gira, el Beatle no encontraba la chequera para los gastos, ni los pasajes y descubrió que ni siquiera estaban hechas las reservas en el hotel. Horrorizado, le pidió a su mujer un pantalón y una camisa limpios para ir a la compañía. Una adormilada y displicente Cynthia le respondió desde el lecho: ¡Llama a tu Brian!
“La vi parada ahí”, de Black Dot
No podía quitar la vista de su falda corta y del escote de la blusa que le llegaba apenas encima del ombligo. Sus labios carmín parecían de fuego. Me pregunté cómo podría caminar sobre esos tacones tan altos. Los coches pasaban lentamente. Los conductores trataban de constatar la mercancía que ella les mostraba desde diferentes poses. Mis palmas sudadas estrujaban el dinero dentro de los bolsillos. No encontraba el valor para acercarme y proponerle pasar mi primera, inolvidable noche con ella, sin importar el precio. Cuando por fin pude dominar mis nervios fue muy tarde. Otro que pasaba también la vio, y se la llevó con solo mostrarle un par de billetes, abrir la puerta del auto y con un gesto de la cabeza invitarla a subir.
“El deprimido de Mixcoac”, de Meminero Tui
Los medios de comunicación informaron que en la ciudad de México el flamante paso a desnivel se inundó por lluvia. Me consta que lloró a mares cuando pasó aquel viejo cartero en su bicicleta amarilla silbando “Please Mr. Postman”.
Día 15. Tallerista invitada: Mel Nebrea
“Hibiscus”, de Meminero Tui
El Teniente tamborilea los dedos sobre la cacha de su pistola. Camina hacia la radio. No puede sacar a Michelle de su cabeza. Enciende el aparato y suena “Yesterday”. Muerde la boquilla del cigarro, el humo sube. Deja el pitillo en el cenicero. Cierra los ojos y cuando los abre Michelle le acaricia el cabello. Son jóvenes y están en el Jardín Japonés. Abrazados, un día antes de alistarse en el ejército. Le dice que la ama y que no se irá. La besa, ella le entrega un hibiscus que recién recogió. Él promete que lo guardará siempre.
La frente le arde. Llaman a la puerta.
—Mi Teniente, el pelotón espera —dice el sargento.
—Voy —contesta, abre los ojos, avanza, toma la pistola y la coloca en su funda.
Los soldados frente al muro descascarado. Michelle se marchita entre otros cuatro conspiradores. El Teniente, firme junto a sus soldados. La mira a los ojos, saca de la cartera una flor seca, la deshace entre sus dedos y ordena que disparen.
En la radio agonizan los últimos acordes de "Yesterday".
“I'm in heaven”, de Tiempos Modernos
Aunque compusiste la canción antes de conocerme y se la dedicaste a tu padre, terminó siendo íntimamente nuestra. Como también lo era el juego de repetir, cambiar y ampliar el eterno interrogatorio. Así fue como prometí seguir enviándote postales de San Valentín, regalarte botellas de vino y, en pleno delirio de amor, hasta juré que tejería un sweater junto a la chimenea, mientras vos mecías a nuestros nietos sobre tus rodillas.
Te pido perdón, porque ya no estaba allí para abrazarte y consolarte el día que cumpliste sesenta y cuatro años.
Pero no te olvides, aún te amo y te espero, dear Paul.
Love, Linda.
“Tributo”, de Perseidas
"Hey Jude", susurra al resto de la banda mientras el ruido de las atracciones llega amortiguado al escenario. Mordisqueando nubes de algodón y manzanas bañadas en caramelo, los niños saltan al ritmo de "Obladi, oblada". Con "Yesterday", algunas parejas se animan a bailar pegados y a los primeros acordes de "When I'm sixty four" un par de maduros galanes arrastra a la pista a sus mujeres, que, achispadas por el rebujito, fingen resistirse entre risas tímidas. Huele a fritura de calamar, las cáscaras de gambas se amontonan en los platos de plástico. El líder de Los Escarabajos no tiene 64 años, pero ha perdido ya el pelo y luce tripita bajo la casaca anaranjada. Sabe que, cuando llegue a esa edad, seguirá alimentándose, en cuerpo y alma, de la música de John, de la de George; que los caminos seguirán siendo largos y llenos de curvas; que Isa también será vieja y lo echará de menos cuando se fundan los plomos. Se aferra a la guitarra y hace un gesto cómplice a sus tres compañeros. "Michelle" cierra su actuación en la feria de Coria, "Yellow submarine", si le piden un bis. Esta noche, el hostal Leflet. Mañana, en el Tívoli de Benalmádena.
Día 16. Tallerista: Josep Nuévalos
"Nana para una niña muerta", de Malvadisco
Hace mucho, mucho tiempo atrás, caí desde la rama de un árbol por hacer monerías y quede esparcida y olvidada por el suelo hasta que papá me encontró. Mientras recogía los fragmentos de mi cuerpo, dijo que era como estar en un cielo lleno de diamantes de lo valiosos que consideraba mis huesitos. Emocionado, no dejaba de acunarme con aquel estribillo: “...in the sky with diamonds” y, en honor a aquella canción y por ser la primera de una especie recién descubierta, mi padre adoptivo me bautizó con el nombre de Lucy.
"Otra vez, porfi", de Regaliz
—Escuchá, abuelo, la canción que te gusta a vos. Dale, contame…
El nieto se sienta, dispuesto a prestar atención al relato que siempre comienza: “Hay lugares que recuerdo…”. A veces el abuelo se detiene en los amigos con los que juega al truco una vez por semana. Otras, relata las escapadas con dos vecinos que ya no están, en el auto robado a su padre. O describe las calles del barrio que tanto cambiaron, no precisamente para bien. Sobre el final colorea la anécdota de la tarde en que besó a su primera novia en el cine Chaplin, el que ahora es un shopping.
La historia y el conjuro terminan siempre igual:
—De todos los que quiero y quise en la vida, desde que naciste, al que más amo es a vos.
Y se abrazan emocionados. Pero el nieto nunca se cansa y, al cabo de unos minutos, cliquea en la lista “In my life” y se sienta a escuchar una vez más.
"Cantinero", de Meminero Tui
"Lucy in the sky of diamonds" es el mejor antro de la ciudad. Sube a un taxi de papel periódico y ven cuando estés hastiado de la neblina espesa y de calles bifrontes. Yo soy el cantinero y Lucía es la DJ. Tiene sus bártulos en un segundo piso decorado como firmamento donde los diamantes resplandecen cual recuerdos. Amo este bar porque aquí conocí a La Giganta. En su enorme ojo brillan árboles de mandarina y, cuando parpadea, lanza tartas de malvavisco. Llega de todo: Menesterosos acaudalados, pajilleras con Parkinson, tecladistas mutilados, hemofílicos sangrones, ancianas lozanas, transexuales castos, celiacos que lanzan consignas contra el gluten o cebras que ostentan divinas huellas dactilares. En fin. Te espero a la Hora del Amigo: hay 2 x 1 si libas con tu adversario.
Día 17. Tallerista: El águila descalza
DESIERTO.
Día 18. Tallerista: Carmen Simón
“Escararribas”, de Meminero Tui
En este universo paralelo, la Tierra es plana, los escarabajos son escararribas y Los Beatles jamás existieron. John Lennon es fontanero cocreador de la llave inglesa. Paul McCartney da clases de tallado en ébano y marfil. George Harrison es proxeneta y tabacalero en Birmania. Ringo Starr, como no podía ser de otro modo, se cuela en las noches al aposento real de Yoko II, madre de Kim Jong-un, duque de Wimbledon.
Supe que son famosos en otra realidad, me lo contaron Los Xochimilcas. Dicen, también, que allá me conocen como Gregorio Samsa.
“My Girl”, de Black dot
Quien la ve, sabe que le espera. Reflejarse en sus ojos es sentir un hormigueo que escala por cada vértebra de tu espina; es la sensación de una caricia tersa y profunda que trastoca cada uno de tus órganos. En ella el amor es silencio, y su edad, anterior a la existencia del tiempo, la hace paciente. Es la madre que no olvida a sus hijos y que nos ama por igual. Es la chica que viene una sola vez en la vida y cuando todo va a terminar.
Día 19. Tallerista: Fernando Pérez-Cárdenas
“Incógnito”, por Mapache
Lennon, ya muerto, sigue vagando por los pasillos del Dakota. Algunas noches duerme con Yoko y sale todas las tardes a caminar a Central Park. Su hijo Sean le pregunta: ¿por qué no estás en el cielo? John se quita los lentes y con gesto serio le contesta: porque Jesucristo no sabe quiénes son los Beatles.
Día 20. Tallerista: José Manuel Ortiz Soto
DESIERTO.
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Jurado del mes: Martín Gardella
Tema: Los Beatles.
Día 1. Tallerista: Elisa de Armas
"Bajo un cielo de mermelada", de Black dot
Ella me miró con sus ojos de caleidoscopio mientras navegaba en un submarino amarillo. Venía del lugar donde el pulpo tiene su jardín y, a través de un largo y sinuoso camino, buscaba regresar a la Unión Soviética para hacer su revolución. ¿Yo?, yo solo quería ser su hombre y cantarle al oído tontas canciones de amor.
"Mi primer guateque", de Sargento Pimienta
Qué guapo, deseé que no se parara delante, pero lo hizo, agaché la cabeza y el rubor inundó mi cara. Tiró con fuerza de mi mano y me llevó al centro de la habitación. Otras parejas bailaban más o menos apretadas.
Mi vecina me había avisado: “Los codos por dentro, son unos aprovechados”. El esfuerzo era colosal, se movía con agilidad y proyectaba la cadera hacia delante pegándose a mí. Noté algo duro que restregaba en mi vientre. Empecé a sudar, los dos vasos de ponche se me subieron de golpe a la cabeza. Adamo sonaba en el pick up, sus manos en mi cintura, sus labios en los míos y yo noté su dulzor.
Cambiaron el vinilo, se apagó la luz y escuché las palabras más bonitas de mis pocos años.
“I want you, I want you, I want you.
I think you know by now.
I'll get to you somehow.
Until I do I'm telling you so you'll understand
Su pierna derecha se introdujo entre las mías, sentí la boca seca, me la inundó con su saliva —qué hago, Dios—. Lo abracé más fuerte, lentamente fuimos hacia el cuarto de la plancha y sobre un montón de ropa limpia me desvirgó.Se subió el vaquero mientras me guiñaba un ojo. No volví a verlo.
A mi hija le puse Michelle.
Día 2. Tallerista: José Luis Velarde
DESIERTA.
Día 3. Tallerista: Juan Manuel Montes
"Pase de lista", por Meminero Tui
En lo más alto de la torre octagonal del internado McKenzie llegó aleteando Miss Eleanor Rigby. Era una libélula enjuta y estricta. Sacó una hoja del cartapacio, vio hacia abajo y descendió como un kamikaze. Luego pasó lista a todo pulmón:
—¡Lennon John!
—¡Presente!
—¡Harrison George!
—¡Presente!
—¡McCartney Paul!
—¡Presente!
—¡Starr Ringo!
—¡Todavía no llega! —dijeron al unísono los tres escarabajos.
"The beatles", por Black Dot
Una mañana Gregorio Samsa se vio al espejo. Sorprendido pudo observar cómo su imagen cambiaba. En un momento era John; en otro era Paul; en otro más, George y hasta Ringo.
Luego de estas continuas metamorfosis se dio cuenta de que si encontraba a un buen representante, podría llegar a ser más famoso que Jesucristo.
Día 4. Tallerista: Marcial Fernández
“Verdad”, por Black Dot
Era cierto lo que John decía. Los sacerdotes se dieron cuenta cuando los feligreses llegaron a los templos y pidieron que en lugar de salmos el coro cantara “Let it be”.
"La verdadera historia de Mark David Chapman", por Homless
Nunca me aceptaron como el sexto Beatles, a pesar de que les acompañé por cientos de hoteles de todo el mundo. De los cinco tiros, cuatro le alcanzaron de lleno y un quinto le pasó silbando la cabeza: no está nada mal para ser el que solía cargar con las maletas.
Día 5. Tallerista: Víctor Antero Flores
“Obsequio”, de Meminero Tui
—Todo lo que necesitas es amor, le dijo Mrs. Robinson.
Lucy asintió tras un limonero, corrió y trepó a un pájaro negro.
—¡No me dejes caer!, le susurró al ave mientras daban vueltas alrededor del Universo.
Llegaron a su destino. Lucy en el cielo de diamantes desovó cuatro constelaciones, las recogió con esmero y brincó de estrella en estrella hasta llegar con Mr. Moonlight.
—Son para usted, le dijo roja como un campo de fresas para siempre, para que iluminen sus sueños en la noche de un día difícil.
Día 6: Tallerista: Daniela Truman
"Please, Mr. Postman", de Tiempos modernos
Lo veo doblar la esquina y me estremezco. Por fin, hoy no me puede fallar. Llevo días esperando parada detrás de la ventana. Mi corazón late fuerte, anticipándose al sonido del timbre. Pero una vez más esta mañana, enérgico y decidido, pasa de largo ignorando mi puerta. No puedo con mi ansiedad y salgo a la calle.
—Por favor, señor cartero, espere un minuto. ¿No tiene algo para mí hoy?
Él niega con la cabeza y me sonríe a modo de consuelo.
—Por favor, revise bien. Pase, pase, póngase cómodo.
Se sienta en el sillón del living y juntos esparcimos el contenido del bolso sobre la mesa ratona. Es cierto, no hay nada. Vuelve a sonreírme como pidiendo disculpas. Qué tostado está. El uniforme azul le hace juego con los ojos. Y qué bien le queda, realza sus pectorales y sus espaldas anchas.
Mientras él guarda los sobres, voy a la cocina. Cuando vuelvo con café y masitas caseras, noto que se aflojó el nudo de la corbata.
Mentalmente redacto el texto del telegrama que enviaré cuanto antes: “Fuiste”.
Día 7. Tallerista: Carlos de Bella (Sapo)
“Isla de inmortales”, de cero
Aunque habían cambiado los reconocí a todos. La dificultad variaba en recientes y antiguos, entre kilos de más y de menos hasta idiomas no originales. Un lógico celo reinaba entre los integrantes, ni pistas ni revelaciones, cero egos. Fue Harrison, un gran hermano, el que se acercó:
—Hola Paul, bienvenido. Tardaste un poco en venir—
—Ya sabes, respondí, es difícil huir de la fama, pero aquí estoy, tal como juramos los seis. Solo habrá que esperar un poco por Ringo, por cierto ¿En dónde está John?—
¡Que tristeza apareció en la cara de George! —Lo siento hermano, Lennon sí murió—
“I think I’m gonna be sad”, de Rayuela
Con toda energía, en mi cuarto, los Beatles pronostican un posible estado de tristeza porque su chica tiene un boleto para pasear y se irá muy lejos.
Sigo en pantalla el estado de tu vuelo, que con puntualidad despegó hacia a otro continente. Según dijiste, lejos de mí por fin podrás sentirte libre. Aunque pretenda contagiarme de la alegría de su música, mi corazón sintoniza con la lenta versión de los Carpenters, que vaticinan autodestrucción, tal vez suicidio, quién sabe dónde, si del lado de aquí o del lado de allá.
Día 8. Tallerista: Lola Díaz-Ambrona
"Baladas", por Enigmática.
Querría subir al tren en marcha, pero los fans, en el andén, esperan su autógrafo, su seña de identidad. Unas vacaciones en solitario, un paréntesis en su vida artística… en fin, un billete de polizón que le garantizara un viaje sin destino y elucubrar sobre lo divino y lo humano. Quizá salir del túnel. Encender un último e imaginario pitillo, tal vez un Gitanes. “Revólver” ya está en marcha. Lo vislumbra en la cortina de humo que cubre la ventana empañando el paisaje de toda su vida.
Día 9. Tallerista: Lucía Casas Rey
DESIERTO.
Día 10. Tallerista: Dakiny
“Imagine”, de Meminero Tui
Imagine es tierra de paz, pujante y sin odios. Mano firme de mujer la gobierna. La mandataria es acaudalada y ama su ínsula.
Sale al balcón ataviada como geisha, bajo enorme sombrero. Se acerca al altavoz y dice cariñosa:
—Hijitos míos, los más pequeños de mis críos. Fueron clonados en Tokio pero los quiero como si hubieran nacido de mi vientre. Jamás olviden que son el obsequio viviente de John Lennon a la humanidad. Ya están en edad de salir al mundo y esparcir su semilla. Creced y multiplicaos—, dice conmovida.
—¡Sí, mamá Yoko!—, gritan miles de jóvenes que corren hacia el mar para trepar a cientos de barcas que se mecen en la orilla. Barbados, de cabelleras largas, con gafas y albas túnicas. Son el vivo retrato de su padre.
“Un día en la vida”, autor Crispín
Desde su adolescencia había sido un obsesivo admirador de los Beatles, se hizo músico, se casó y fue a Liverpool de luna de miel. Tuvo cuatro hijos —Pablo, Juan, Jorge y Ricardo—, a los que matriculó en el conservatorio al cumplir los cuatro años.
Los dos mayores se hicieron científicos, el tercero médico y el benjamín arquitecto. A pesar de que todos alcanzaron notoriedad en su trabajo, nunca pudo perdonarles lo que consideraba una traición.
Tanto fue su desprecio que se fueron alejando y dejaron de verlo hasta su ochenta cumpleaños. Querían que ese día fuera especial. Se presentaron en su casa vestidos a la usanza de los sesenta, con las guitarras, el bajo y la batería. Le dedicaron una versión más que digna de A Day In The Life, su canción favorita. Terminada la actuación observaron como balbuceaba en su silla de ruedas y, con el dedo índice apuntando al techo, contaba los cuatro mil agujeros de Blackburn.
Día 11. Tallerista: Carlos Bortoni
DESIERTO
Día 12. Tallerista: José T. Espinosa-Jácome
DESIERTO
Día 13. Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
“Eleanor Rigby" de Meminero
No maté al padre McKenzie, dijo Eleanor Rigby. Soy inocente. Señor Juez, lo amé como sombra a la noche. Pregunte a los amaneceres. Él se broncoaspiró después de tragarse sus palabras. Cuando salí del cementerio sostenía una cabeza en la mano, sí, pero era la de mi progenitor. El psicoanalista que se convierte en diván y la silla que escudriña expedientes pueden atestiguarlo.
"Momus" de Virginia Laforet
Lalito tenía una habilidad especial de hechicero: toda pieza artística que recitaba (canciones, poesía, diálogos de telenovela) se tornaba misteriosa invocación cuando las palabras bebían de la saliva en su boca. Tuvo una etapa de empedernido sesentero en la que le dio por entonar aquella balada suavecita acerca del mirlo que canta en medio de la noche. Destino inevitable: a fuerza de repetirla se le apareció un mirlo malherido en su ventana. Lalito lo comandó al vuelo a pesar de las alas rotas. El mirlo, en efecto, voló y atravesó sin darse cuenta un portal nocturno, resabio del encantamiento. El pajarraco aterrizó en otra ventana de dos siglos atrás y, como estaba abierta y había chimenea, quiso entrar a reponerse del tremendo ajetreo. Se posó sobre el busto de Momus, dios de la burla, que decoraba el escritorio de un poeta. El poeta lo miró, dejó de arrancarse los cabellos que en su desesperación sacrificaba a las musas frígidas y concibió una idea fenomenal. Cambió al mirlo por un cuervo, porque le pareció de mejor gusto. También hizo otros arreglos a su poema.
Día 14. Tallerista: Mónica Brasca
“Detrás de todo gran hombre…”, de Malvadisco
A John le prohibió tener novia y lo obligó a vestir de traje junto al resto de chicos de la banda. En un acto de desafío, el músico se casó y tuvo un hijo. Incansable, Epstein redobló sus atenciones y, en sus cartas, le suplicaba por un poco de esa vitalidad de caderas que derramaba en el escenario. Cuando el representante publicó su biografía, Lennon, con calculada malevolencia, le sugirió de título “El maricón judío”.
Al morir Epstein a causa de una sobredosis, John sintió que por fin comenzaba una nueva vida, libre de aquella presencia omnipresente. Pero al acercarse la siguiente gira, el Beatle no encontraba la chequera para los gastos, ni los pasajes y descubrió que ni siquiera estaban hechas las reservas en el hotel. Horrorizado, le pidió a su mujer un pantalón y una camisa limpios para ir a la compañía. Una adormilada y displicente Cynthia le respondió desde el lecho: ¡Llama a tu Brian!
“La vi parada ahí”, de Black Dot
No podía quitar la vista de su falda corta y del escote de la blusa que le llegaba apenas encima del ombligo. Sus labios carmín parecían de fuego. Me pregunté cómo podría caminar sobre esos tacones tan altos. Los coches pasaban lentamente. Los conductores trataban de constatar la mercancía que ella les mostraba desde diferentes poses. Mis palmas sudadas estrujaban el dinero dentro de los bolsillos. No encontraba el valor para acercarme y proponerle pasar mi primera, inolvidable noche con ella, sin importar el precio. Cuando por fin pude dominar mis nervios fue muy tarde. Otro que pasaba también la vio, y se la llevó con solo mostrarle un par de billetes, abrir la puerta del auto y con un gesto de la cabeza invitarla a subir.
“El deprimido de Mixcoac”, de Meminero Tui
Los medios de comunicación informaron que en la ciudad de México el flamante paso a desnivel se inundó por lluvia. Me consta que lloró a mares cuando pasó aquel viejo cartero en su bicicleta amarilla silbando “Please Mr. Postman”.
Día 15. Tallerista invitada: Mel Nebrea
“Hibiscus”, de Meminero Tui
El Teniente tamborilea los dedos sobre la cacha de su pistola. Camina hacia la radio. No puede sacar a Michelle de su cabeza. Enciende el aparato y suena “Yesterday”. Muerde la boquilla del cigarro, el humo sube. Deja el pitillo en el cenicero. Cierra los ojos y cuando los abre Michelle le acaricia el cabello. Son jóvenes y están en el Jardín Japonés. Abrazados, un día antes de alistarse en el ejército. Le dice que la ama y que no se irá. La besa, ella le entrega un hibiscus que recién recogió. Él promete que lo guardará siempre.
La frente le arde. Llaman a la puerta.
—Mi Teniente, el pelotón espera —dice el sargento.
—Voy —contesta, abre los ojos, avanza, toma la pistola y la coloca en su funda.
Los soldados frente al muro descascarado. Michelle se marchita entre otros cuatro conspiradores. El Teniente, firme junto a sus soldados. La mira a los ojos, saca de la cartera una flor seca, la deshace entre sus dedos y ordena que disparen.
En la radio agonizan los últimos acordes de "Yesterday".
“I'm in heaven”, de Tiempos Modernos
Aunque compusiste la canción antes de conocerme y se la dedicaste a tu padre, terminó siendo íntimamente nuestra. Como también lo era el juego de repetir, cambiar y ampliar el eterno interrogatorio. Así fue como prometí seguir enviándote postales de San Valentín, regalarte botellas de vino y, en pleno delirio de amor, hasta juré que tejería un sweater junto a la chimenea, mientras vos mecías a nuestros nietos sobre tus rodillas.
Te pido perdón, porque ya no estaba allí para abrazarte y consolarte el día que cumpliste sesenta y cuatro años.
Pero no te olvides, aún te amo y te espero, dear Paul.
Love, Linda.
“Tributo”, de Perseidas
"Hey Jude", susurra al resto de la banda mientras el ruido de las atracciones llega amortiguado al escenario. Mordisqueando nubes de algodón y manzanas bañadas en caramelo, los niños saltan al ritmo de "Obladi, oblada". Con "Yesterday", algunas parejas se animan a bailar pegados y a los primeros acordes de "When I'm sixty four" un par de maduros galanes arrastra a la pista a sus mujeres, que, achispadas por el rebujito, fingen resistirse entre risas tímidas. Huele a fritura de calamar, las cáscaras de gambas se amontonan en los platos de plástico. El líder de Los Escarabajos no tiene 64 años, pero ha perdido ya el pelo y luce tripita bajo la casaca anaranjada. Sabe que, cuando llegue a esa edad, seguirá alimentándose, en cuerpo y alma, de la música de John, de la de George; que los caminos seguirán siendo largos y llenos de curvas; que Isa también será vieja y lo echará de menos cuando se fundan los plomos. Se aferra a la guitarra y hace un gesto cómplice a sus tres compañeros. "Michelle" cierra su actuación en la feria de Coria, "Yellow submarine", si le piden un bis. Esta noche, el hostal Leflet. Mañana, en el Tívoli de Benalmádena.
Día 16. Tallerista: Josep Nuévalos
"Nana para una niña muerta", de Malvadisco
Hace mucho, mucho tiempo atrás, caí desde la rama de un árbol por hacer monerías y quede esparcida y olvidada por el suelo hasta que papá me encontró. Mientras recogía los fragmentos de mi cuerpo, dijo que era como estar en un cielo lleno de diamantes de lo valiosos que consideraba mis huesitos. Emocionado, no dejaba de acunarme con aquel estribillo: “...in the sky with diamonds” y, en honor a aquella canción y por ser la primera de una especie recién descubierta, mi padre adoptivo me bautizó con el nombre de Lucy.
"Otra vez, porfi", de Regaliz
—Escuchá, abuelo, la canción que te gusta a vos. Dale, contame…
El nieto se sienta, dispuesto a prestar atención al relato que siempre comienza: “Hay lugares que recuerdo…”. A veces el abuelo se detiene en los amigos con los que juega al truco una vez por semana. Otras, relata las escapadas con dos vecinos que ya no están, en el auto robado a su padre. O describe las calles del barrio que tanto cambiaron, no precisamente para bien. Sobre el final colorea la anécdota de la tarde en que besó a su primera novia en el cine Chaplin, el que ahora es un shopping.
La historia y el conjuro terminan siempre igual:
—De todos los que quiero y quise en la vida, desde que naciste, al que más amo es a vos.
Y se abrazan emocionados. Pero el nieto nunca se cansa y, al cabo de unos minutos, cliquea en la lista “In my life” y se sienta a escuchar una vez más.
"Cantinero", de Meminero Tui
"Lucy in the sky of diamonds" es el mejor antro de la ciudad. Sube a un taxi de papel periódico y ven cuando estés hastiado de la neblina espesa y de calles bifrontes. Yo soy el cantinero y Lucía es la DJ. Tiene sus bártulos en un segundo piso decorado como firmamento donde los diamantes resplandecen cual recuerdos. Amo este bar porque aquí conocí a La Giganta. En su enorme ojo brillan árboles de mandarina y, cuando parpadea, lanza tartas de malvavisco. Llega de todo: Menesterosos acaudalados, pajilleras con Parkinson, tecladistas mutilados, hemofílicos sangrones, ancianas lozanas, transexuales castos, celiacos que lanzan consignas contra el gluten o cebras que ostentan divinas huellas dactilares. En fin. Te espero a la Hora del Amigo: hay 2 x 1 si libas con tu adversario.
Día 17. Tallerista: El águila descalza
DESIERTO.
Día 18. Tallerista: Carmen Simón
“Escararribas”, de Meminero Tui
En este universo paralelo, la Tierra es plana, los escarabajos son escararribas y Los Beatles jamás existieron. John Lennon es fontanero cocreador de la llave inglesa. Paul McCartney da clases de tallado en ébano y marfil. George Harrison es proxeneta y tabacalero en Birmania. Ringo Starr, como no podía ser de otro modo, se cuela en las noches al aposento real de Yoko II, madre de Kim Jong-un, duque de Wimbledon.
Supe que son famosos en otra realidad, me lo contaron Los Xochimilcas. Dicen, también, que allá me conocen como Gregorio Samsa.
“My Girl”, de Black dot
Quien la ve, sabe que le espera. Reflejarse en sus ojos es sentir un hormigueo que escala por cada vértebra de tu espina; es la sensación de una caricia tersa y profunda que trastoca cada uno de tus órganos. En ella el amor es silencio, y su edad, anterior a la existencia del tiempo, la hace paciente. Es la madre que no olvida a sus hijos y que nos ama por igual. Es la chica que viene una sola vez en la vida y cuando todo va a terminar.
Día 19. Tallerista: Fernando Pérez-Cárdenas
“Incógnito”, por Mapache
Lennon, ya muerto, sigue vagando por los pasillos del Dakota. Algunas noches duerme con Yoko y sale todas las tardes a caminar a Central Park. Su hijo Sean le pregunta: ¿por qué no estás en el cielo? John se quita los lentes y con gesto serio le contesta: porque Jesucristo no sabe quiénes son los Beatles.
Día 20. Tallerista: José Manuel Ortiz Soto
DESIERTO.
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Crupier
09 de October de 2017 / 10:59
09 de October de 2017 / 10:59
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