LA PRIMERA CHAMBA (segundo lugar)


Alfredo Sifuentes Pizarro
2018-01-18

—Siguiente —gritó fastidiado el hombrecillo de gran cabeza casi calva rodeado por una nube de humo que se disipaba, descubrió unas orejas puntiagudas donde reposaban un lápiz como caramelo y unas enormes gafas metálicas con gruesos lentes que cubrían unos ojos enrojecidos que, entrecerrados, daban a su enjuto rostro un aire ridículamente extraño. Tenía una larga e irregular nariz, puntiaguda, de la que salían unos horribles pelos irregulares. Unos labios finos, azulados y tensos, sostenían en uno de los carrillos un cigarro a medio consumir.

—¡Siguiente! —insistió sin voltear.

Me acerqué con aprensión, todo era tan diferente a lo que nos habían dicho en la Academia. Aun así, traté de mantener la compostura. Me disponía a darle la presentación que tantas veces había practicado, cuando me preguntó hoscamente sin mirarme:

—¿Nombre?

—A… A… Archibald —respondí como si el corazón se me quisiera salir por la boca.

—¿Escuchaste eso Melvin? —dijo casi en voz alta y sin voltear, dirigiéndose a alguno de los muchos hombrecillos que había en la habitación. Nadie respondió—. Tenemos a otro Archibald aquí —masculló entre dientes y movió la cabeza como si negara algo—. ¿Sección?

—Se… se… sección O… o… cho —dije francamente asustado. Todo era tan diferente a lo que nos dijeron en la Academia.

—¡Por todos los renos! ¡Sección Ocho! —gritó el hombrecillo como escupiendo las palabras, se levantó de golpe de su escritorio con una mirada furiosa, al tiempo que los demás dejaron de hacer lo que hacían y me miraban fijamente. Inclusive, hubo algunas exclamaciones de sorpresa.

—S… sí —fue lo que acerté a responder con un hilo de voz, realmente asustado por la reacción de todos. Me sentí observado como los juguetes defectuosos que revisábamos a detalle en las clases. ¡Todo era tan diferente a lo que nos dijeron en la Academia! Estuve a punto de llorar de la angustia. Me temblaban las piernas, apenas podía respirar.

—¡De todas las divisiones que tenemos acá! ¡De todas! Tuvieron que enviarnos a un niñito de mami —gritó airado el hombrecillo que volteaba a ver a todos en el lugar— y que para colmo de llama ¡Archibald! —dijo mientras hacía gestos con las manos y sacaba la lengua al decir mi nombre.

—Yo… yo… —un poco molesto estaba a punto de decir algo para defenderme cuando me interrumpió el hombrecillo, diciendo con sorna y moviéndose como un títere.

—¿Y que desea el señorito? ¿Una gerencia? ¿Dirigir una división completa? ¿Mi puesto, tal vez? —dijo con sorna y con la malicia que pudo.

Ahora sí, estaba yo francamente aterrado, no sabía qué decir, a donde volteara me observaban. Por un momento mi cerebro se desconectó de mi boca y sólo acerté a replicar:

—En la Academia… nos dijeron…

—¡Uy sí! En la Academia nos dijeron, en la Academia nos enseñaron —me arremedó con tono burlón—. ¡Qué! ¡Qué! —se aproximó señalándome con el dedo y casi fuera de sí—, ¿qué les enseñaron en la Academia? ¿Qué iban a salir a un mundo maravilloso donde se producen juguetes a montones todo el puto año por duendecillos para quienes la felicidad completa es producirlos en jornadas interminables con plazos y cuotas que cumplir sin pago, ni vacaciones y apenas por comida y qué decir de tiempo para ir al baño; dirigidos por un explotador barrigón y huevón que medio trabaja un pinche día en el año y luego se la pasa borracho en el teibol, porque en este mugroso Polo no hay nada para hacer más que juguetes y nieve? Y todo ¿para qué? Para montones de escuincles maleducados que ni siquiera les importa… ¡Eh! ¿Eh? ¿Eso les enseñan en su pinche Academia productora de duendes melindrosos y estúpidos?

No supe qué hacer o decir, en un momento se recompuso. Se acomodó de nuevo en su escritorio. Hizo algunas anotaciones. Sin mirarme me extendió un papel que agarré.

—Muy bien Archiinútil, por haber salido de la “Academia” te va tocar la División Clos —di media vuelta y con gran inquietud alcancé a escuchar algunas expresiones de asombro y me pareció haber oído por lo bajo que alguien dijo que esa era la división con más suicidios en todo el Polo Norte—. Vas a cuidar a gordo. Ahora, avanza, debes ir registrarte al sindicato. ¡Siguiente!