La oreja siempre ha estado atenta a lo que se dice, más aún si son críticas. Los ojos ven y juzgan a su conveniencia. La nariz olfatea y presume de su capacidad para pronosticar. Mientras tanto, la boca habla por todos y por ella misma; por lo regular, en demasía. El mayor problema son las manos. Esas manos torpes y faltas de tacto que poco hacen, excepto malabares y pintar utopías, escenarios bucólicos, alegres y coloridos, y una que otra triste realidad. Mientras tanto, los cuervos continúan el festín sobre el trigal.
Murata
18 de April de 2020 / 23:49
Retrato hablado (Tampoco concursa, por falta del pintor correcto) 18 de April de 2020 / 23:49
Murata
 

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