Cervantes quedó inútil de un brazo en la más alta ocasión que vieron los siglos. A Valle-Inclán se le gangrenó la herida que en su puño recordaba una absurda pelea entre bohemios. Borges se convirtió en un rey Midas ciego en su biblioteca. En los años 30, el pintor surrealista Brauner gustaba de retratarse con un ojo enucleado, el mismo que perderá años después en otra pelea. Por no hablar de van Gogh, su oreja, Gauguin, la navaja y la prostituta.
Nadie se extrañará entonces de que Malco, el criado del Sumo Sacerdote, persiga con tanta saña a los cristianos, seguidores de quien le arruinó una prometedora carrera artística que le duró diez segundos ensangrentados en el huerto de los olivos.
Matilde Urbach
18 de April de 2020 / 08:37
El talento 18 de April de 2020 / 08:37
Matilde Urbach
Taller (Seleccionada) 19 de April de 2020 / 12:15
Elisa A.
 

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