La Madame no recuerda mucho de ese día, solo los gritos de las putas del burdel, horrorizadas por las acciones del pintor. Le había pedido un cuadro, el que menos le gustara a él. Lo quería poner en el living de la mansión donde los clientes escogían a sus pupilas. No era porque ella gustara del arte, sino porque era del campo, donde las noches son estrelladas y los girasoles brillan con rabia, por eso quería una de sus obras. Ahora tendrían que limpiar el charco de sangre y mandar a una de sus chicas a devolver la oreja.
Black Dot
03 de April de 2020 / 17:29
Confusión en la casa de noche 03 de April de 2020 / 17:29
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Jorge Oropeza
 

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