Servir a los demás fue su vocación, destino en vida y hasta en la muerte. De chico sirvió de diana en el tiro al negro en las kermeses y de niñera de sus hermanos cuando su madre salía a trabajar por las noches. Cien veces sirvió de estribo para que sus compañeros escalaran la barda de la escuela para escaparse y de ejemplo a los demás cuando fue expulsado del plantel por facilitar la última fuga, así como de saco de boxeo de su nuevo padrastro cuando se enteró, y cada vez que éste llegaba tomado y arremetía contra su madre.

En la adolescencia y juventud sirvió de conejillo de Indias de sí mismo inducido por los amigos. Dos fracturas, gonorrea y la adicción al alcohol y mariguana dan cuenta de ello.

Sirvió de muro de los lamentos en las desventuras amorosas de ellos y más grande, de chivo expiatorio cuando robaron y fue abandonado adentro de la tienda. Cuando salió de la cárcel, donde sirvió desde la comida hasta de cepillo para lavar los baños, si se oía: “allá, detrás de aquel pendejo”, era él, sirviendo como punto de referencia. Además, sirvió como punto de comparación de complexión, apariencia o intelecto. Más tarde consiguió un empleo donde sirvió de sparring de un campeón de box y de hazmerreir. Finalmente, cuando murió por haber servido de escudo humano involuntario en una balacera, sirvió de ejemplo a la comunidad sobre lo trágico que resulta no servir de nada.
Murata
30 de March de 2020 / 20:26
Vocación de servicio 30 de March de 2020 / 20:26
Murata
 

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