Benito mal ajusta su saco. Arrastra los pies al caminar porque le duelen; lo mismo que sus días. Trabajó tanto para los hijos y apenas murió la vieja se olvidaron de él. Perdió su casa en el terremoto y desde entonces vaga por la ciudad, igual que perro sin dueño. Serpientes de luz rasgan la noche. Una sombra robusta se cruza con él. Ni siquiera se molesta en verlo. Mejor. Benito lo sorprende clavando en su espalda un cuchillo de cocina. Le saca el dinero de encima. El tipo es un padrote que nadie va extrañar. Él, debe sobrevivir de alguna manera.
Una escribidora
14 de March de 2020 / 23:15
Errante (viene del día 1) 14 de March de 2020 / 23:15
Una escribidora
Señor tallerista 16 de March de 2020 / 00:06
Una escribidora
Bien, Escribidora. Saludos. 16 de March de 2020 / 18:22
Mónica Brasca
 

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