Cierto día le recomendé a mi hermano un disco duro de estado sólido de un Terabyte, para resolver sus quejas de falta de rapidez y capacidad de memoria. Meses más tarde sugerí, que cambiara su auto por un Smart, una motoneta o un Segway para no sufrir con la circulación. Una de esas navidades le regalé un reproductor con Bluetooth y parlantes para que dejara de lamentarse de su viejo aparato carente de potencia y, por último, le propuse adquirir un purificador de ambiente para mitigar las emanaciones y malos olores que lo afligían.

Ahora que llegué a su edad me pregunto si, después de seguir mis consejos, ya tengo un hermano híbrido o biónico y agradecido, o simplemente me tiene catalogado como un tecnificado pero perfecto imbécil.