Juan 21,
Sentado en las escaleras que llevan al jardín, lo encontré mirándose los dedos que sostenían los cordones de sus tenis. Con movimientos rápidos trataba de anudarlos, no quería que me diera cuenta que se le había olvidado como hacerlo y que los cordones asedados resbalaban de sus manos. Lo habíamos practicado tanto. ¿Te ayudo? Le dije antes de descansar mi mano en su hombro. Me agaché hasta que nuestros ojos quedaron a la misma altura. Lloraba, yo también. Con el corazón arrugado ayude a papá a levantarse y le prometí que a partir de ese momento los dos usaríamos pantuflas.
Mapache
13 de December de 2019 / 10:06
13 de December de 2019 / 10:06
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