Ese día era noche buena y su padre no estaría, ella misma acababa de descubrirle frío como la nieve tendido en el sofá.
Mientras venían a llevarse el cuerpo la niña lloraba desconsolada. De buenas recordó algo. Rápidamente se dirigió a su dormitorio a buscar en la mesilla. Una medalla brillaba en el fondo, se la había dado su padre hacía ya tiempo, le había dicho que jamás se apartara de ella porque siempre le ayudaría, pero ella se había limitado a guardarla sin hacer aprecio.
— ¡Tú me ayudarías pues devuélveme a mi padre! —Increpó la niña.
Esperó unos segundos y como nada ocurría se dirigió a la terraza. Sujetándose a la barandilla con una mano con la otra fue a tirar la medalla al aire con la mala fortuna que la barandilla cedió. Con la medalla en la mano fue cayendo al vacío.
Inesperadamente despertó en su cama. Asombrada dio un salto y fue al salón. Su padre recostaba sobre el sofá.
— ¡Padre! —gritó la niña.
—Me he quedado dormido, ¿es ya navidad?
La hija le dio un abrazo tan fuerte que no advirtió el frío de la medalla entre sus dedos.


manlyf
19 de December de 2016 / 20:36
La medalla de oro 19 de December de 2016 / 20:36
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